Alicia creció en una familia numerosa en Costa Rica (es la menor de seis hermanos), expuesta a muchas culturas por sus papás, originarios de Perú, que trabajaron en diversos países de América Latina. Desde pequeña, mostró interés por la ciencia y por los deportes (siempre fue muy activa, jugó fútbol, baloncesto, voleibol y gimnasia).
Siempre le gustó mucho la ciencia y por unos días fue la sobrina de Albert Einstein. Estudiando física en sexto grado, llegó emocionada a casa por la vida del científico y su mamá le dijo que este era su tío. Ella lo tomó muy en serio y se lo contaba a todos en el cole; hasta que su mamá regresó de viaje y le aclaró que era una broma.
Pocos años después visitó el MIT (Massachusetts Institute of Technology, una de las universidades de tecnología más prestigiosas del mundo) como parte de un tour para estudiantes. Le impactó darse cuenta de que todo lo que usamos -mesas, televisores, teléfonos, videojuegos- fue diseñado por personas. Se emocionó tanto que llamó a su mamá desde un teléfono público, diciéndole que algún día quería estudiar allí.
Comenzó la universidad en el TEC de Costa Rica y después en el de Monterrey. Después, Alicia ingresó al MIT. Años más tarde de esa llamada, logró ese sueño juvenil. En el MIT estudió fisiología computacional y trabajó en un laboratorio especializado en enfermedades cardiovasculares, donde descubrió que los dispositivos médicos y medicamentos no siempre se diseñan pensando en las mujeres, lo que afecta su eficacia. Tras el MIT fue a Singularity University (fue la primera tica en hacerlo), que busca el mayor impacto a través de la tecnología.
Inspirada por las desigualdades en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades cardiovasculares en mujeres, fundó Bloomer Tech, una empresa que desarrolla ropa tecnológica para recopilar datos de salud. Para crear la empresa se inspiraron en Amelia Bloomer, una mujer que transformó la moda en el siglo XIX, promoviendo ropa más cómoda para las mujeres.
Alicia ha recibido numerosos reconocimientos internacionales, incluyendo ser nombrada TED Fellow y parte del «100 Female Founders» de Inc. Magazine. Es un ejemplo de liderazgo y compromiso con la equidad, inspirando a nuevas generaciones a soñar en grande y crear un impacto positivo.
De niña fuiste “sobrina” de Albert Einstein. ¿Podrías contarme más sobre eso?
¿Siempre te gustaron las asignaturas relacionadas con la ciencia?
Biología nunca me gustó mucho. Me gustó más cuando estuve en la maestría, porque en la escuela no le presté mucha atención. En la escuela, química, física y matemáticas sí me gustaron. Biología era la única clase que no me llamaba la atención, pero en la universidad me encantó. Creo que fue porque en otro momento le puse más atención, y ahora me dedico más a eso.
¿Y siempre con buenas notas?
No necesariamente. Las clases que me llamaban la atención sí, pero había clases que no me interesaban y sacaba malas notas. Incluso me quedaba dormida en algunas, como en inglés.
Como estudiante de secundaria, visitaste el MIT y ahí mismo hiciste una llamada a cobro revertido a tu mamá en Costa Rica, un lugar al que años más tarde regresaste como estudiante. ¿Qué fue lo que te enamoró del MIT en esa primera visita?
Antes de ir al MIT, estudiaste primero en el TEC de Costa Rica por dos años, después en el TEC México. ¿Por qué México y cómo fue la experiencia?
Cuando entré al TEC en Costa Rica, hice los exámenes de admisión. También apliqué a universidades internacionales, pero no me atreví a aplicar al MIT porque era muy caro. Entré al TEC en Costa Rica y me gustó mucho la experiencia. Después de dos años, decidí irme a México porque siempre tuve curiosidad de estudiar en otro país. El TEC de Monterrey venía a Costa Rica a hacer exámenes, pero me salté la fecha y lo hice en Nicaragua, donde vivía mi hermana. Fue una decisión rápida, pero motivada por la curiosidad de cómo sería estudiar en el extranjero.
Después de México, regresaste a Costa Rica por seis años. ¿El plan era quedarte en Costa Rica o siempre fue una temporada antes de volver a irte?
Siempre tuve la curiosidad de haber aplicado al MIT, pero nunca mandé la aplicación. Regresé a Costa Rica a trabajar en la industria tecnológica. Trabajé para empresas que tenían sede en Estados Unidos, lo que me dio mucha exposición. Sentí que podía vivir allá, pero también me gustaba lo que hacía en Costa Rica. Trabajé en la industria de los semiconductores y aprendí mucho sobre pruebas de circuitos integrados. También me involucré en voluntariados como TEDx Pura Vida Joven y Mente en Acción, donde me di cuenta de que quería hacer más en ingeniería y tecnología. Sentí que yéndome a estudiar una maestría podría encontrar eso que buscaba.
¿Cómo surgió la oportunidad de ir al MIT?
Siempre tuve la curiosidad de aplicar al MIT. Cuando trabajaba en Costa Rica, me di cuenta de que quería combinar la ingeniería con el impacto social que estaba viendo en mis voluntariados. Busqué maestrías que me permitieran combinar esas dos áreas, y finalmente apliqué al MIT.
Fuiste pionera entre las costarricenses en estar becada en la Singularity University de Google, y además, en el mismo día fuiste aceptada en el MIT. ¿Cómo se recibe semejante impacto en un solo día?
Es como muy de película, ¿no? Pero justamente porque estaba buscando ese tipo de oportunidades. Apliqué a muchas cosas, y esas son las dos que me salieron, pero te digo que apliqué a muchas más. Eran experiencias que realmente quería, así que le dediqué bastante tiempo. Al hacer las aplicaciones, tuve la experiencia de pedirle ayuda a gente que sentía que me podía guiar. Algunos ni los conocía, pero les pedí a otras personas que sí conocía si me los podían presentar. Gracias al apoyo de gente que te abre las puertas y te ayuda, creo que hice buenas aplicaciones. También en Perú, porque para Singularity University no había ningún costarricense que hubiera ido antes. Contacté a un peruano que había ido y él me ayudó.
¿Ya desde la universidad viste desigualdad de género en tu área? ¿Se extendió a la parte profesional tras salir de la universidad? ¿Y fue de ahí que surgió la iniciativa de fundar la red nacional para mujeres en ciencia y tecnología, tanto en Costa Rica como en México?
En 2020 fuiste nombrada TED Fellow, como una de las 20 personas que están cambiando el mundo, y también has recibido premios como el 100 Female Founders en Estados Unidos por Ink Magazine o el MedTech Boston 40 under 40. ¿Cómo han sido estas experiencias? ¿Cómo te tomas todos estos reconocimientos?
La verdad es que muy feliz, porque son oportunidades únicas. Lo de TED fue un proceso, porque la primera vez que apliqué no me lo dieron. Los demás reconocimientos fueron más como sorpresas. No apliqué, y por algún motivo me mandaron un correo electrónico y una carta súper formal y bonita. Es muy bonito recibir un reconocimiento sin que uno haga tanto esfuerzo. Siempre trato de que estas buenas noticias no me distraigan de lo que realmente quiero hacer, porque si no, uno puede dedicarle mucho tiempo. Ahora estoy muy enfocada en hacer que Bloomer Tech crezca.
Vamos a hablar de Bloomer Tech. La brecha de género también está en la salud, y es ahí donde se enfoca Bloomer Tech. ¿Cómo surgió la idea de desarrollar un brasier que recopile información cardíaca para las mujeres?
¿Tu abuela era joven cuando falleció?
No, no. Mi abuela ya era mayor. No era como la mamá de Mónica, que tenía 44 años. Pero es una buena pregunta, porque a veces los guidelines dicen que a las mujeres mayores de 80 no hay que hacerles ciertas pruebas, más por una decisión económica que de salud. Hay muchas personas de 80 años que están súper bien y pueden vivir más, entonces ¿cómo no le vas a hacer una prueba para saber si tiene una enfermedad? Hay muchas cosas controversiales en este tema.
¿En qué fase está actualmente el proyecto de Bloomer Tech? He visto que, en principio, ya casi estaría para aprobarse por la FDA, ¿no?
Sí, estamos en ese proceso. Es un dispositivo médico, así que trabajamos con cardiólogos y estamos realizando dos ensayos clínicos en Florida. La idea es que, como dispositivo médico, se reciba por prescripción médica. Vamos a entrar al mercado de esa manera. También tenemos otras colaboraciones que anunciaremos más adelante, que son muy emocionantes, en el área de cómo podemos usar estos datos para transformar el desarrollo de soluciones de salud y su impacto en las mujeres. Nuestro dispositivo fue diseñado inicialmente para medir señales del corazón, pero por la posición de los sensores, también podemos detectar fluidos en el cuerpo, hormonas, ovulación, y más de 80 biomarcadores. Esto incluye datos de los pulmones, el corazón, la temperatura corporal y respuestas cardiometabólicas. Toda esta información se puede usar en modelos computacionales para entender mejor la fisiología de la mujer. Además, el 80% de los medicamentos con reacciones adversas que se retiran del mercado son porque las mujeres tuvieron reacciones adversas, a pesar de que pasaron 16 años antes de que entraran al mercado. Con nuestro dispositivo, las mujeres no tendrían que esperar a la próxima visita al médico para ajustar su medicación.
Entonces, ¿el brasier solo estará disponible bajo prescripción médica? ¿No se podrá comprar directamente en una tienda?
Al principio no. Estamos alineados con los requisitos de la FDA, que buscan garantizar que los dispositivos médicos sean seguros para los pacientes. Comenzaremos con la prescripción médica y, a medida que desarrollemos mejor los algoritmos, podremos ofrecer más soluciones directas al consumidor. Pero será un proceso gradual.
¿Cuál es la razón del nombre de la empresa, Bloomer Tech?
¿Quién es la mujer que más admiras, tanto en el pasado como actualmente?
Desde pequeña, siempre he buscado ejemplos a seguir. Técnicamente, admiro mucho a Mary Lou Jepsen, una ingeniera que trabajó en el MIT Media Lab y ayudó a diseñar las primeras pantallas de bajo costo para el proyecto One Laptop per Child. Ahora tiene una startup en el área de salud, desarrollando un MRI wearable (resonancia magnética portátil). También admiro a doña Nuria Marín en Costa Rica, quien fundó ALAS, una asociación de liderazgo y ascenso social para mujeres. Y, por supuesto, admiro mucho a mi mamá, por su fortaleza y su forma de pensar.
Desde tu perspectiva, ¿qué crees que aporta tu ejemplo a las niñas y jóvenes costarricenses?
Creo que estamos en un momento en el que se habla más de los derechos de la mujer y se dan más oportunidades. Espero que mi trabajo en Bloomer Tech inspire a las jóvenes a reflexionar sobre los problemas a su alrededor que podrían resolver. Creo que todo lo que hago es porque siento que tengo la capacidad de resolver un problema importante. Además, gracias a las comunidades de las que formo parte, tengo la oportunidad de hablar con muchas jóvenes y aprender de ellas. Estas generaciones traen una fuerza muy emocionante, y estoy ansiosa por ver lo que harán en el futuro.
