Gerónima fue una de las pioneras de la industria del café en el siglo XIX en Costa Rica. En una época en la que pocas mujeres se dedicaban a los negocios, quería ayudar a su país a crecer. Su gran sueño era hacer que el café se convirtiera en algo importante para todos.

Casada en segundo matrimonio con el oligarca cafetalero Mariano Montealegre, uno de los principales impulsores del cultivo del café en Costa Rica, se les atribuye la introducción de métodos avanzados para el procesamiento del café, importando moderna maquinaria desde Europa para el beneficio del grano. Era ella la que administraba los cafetales de la familia.

Los primeros boletos de café conocidos en Costa Rica (sistema utilizado en la época, una especie de moneda privada con la que se pagaba a los trabajadores de las fincas y estos a su vez cambiaban en los comercios cercanos) llevan la figura de esta mujer.

Ese ansia de modernización no se quedó solo en la maquinaria y los boletos. Fue una de las impulsoras del ‘Puente de las Damas’ (sobre el río Jesús María), así llamado por financiarse con donaciones de algunas de las mujeres más pudientes de Costa Rica. El puente era parte de la infraestructura necesaria para exportar el café.

Tuvo 14 hijos (cuatro fallecieron en el parto) de los que uno, Jose María Montealegre Fernández, sería el primer costarricense en estudiar medicina en Europa (se graduó como médico cirujano en Inglaterra) y después fue presidente de Costa Rica (primero a través de un golpe militar y después por votación popular).

A su muerte, Gerónima donó una importante suma de dinero para que se fundara el Hospicio de la Trinidad (después Hospicio de huérfanos de la ciudad de San José), para que niñas de pocos recursos pudieran aprender a leer, escribir y a realizar un oficio con el que después poder vivir.

Ilustraciones: Noelia Audisio. Visita su Instagram