«Vale la pena soñar», así de rotunda se muestra la primera mujer costarricense que lidera la operación de Intel en el país y a la que han nombrado Vicepresidenta Global de Ingeniería de Diseño. A punta de esos sueños, la hija de dos educadores de Pérez Zeledón llegó a lo más alto.

Por: Daniel Zueras

Hoy es toda líder tecnológica, pero en casa no tenían computadora. Su afición viene de ver sobre el tema en la televisión. “Siempre tuve mucha curiosidad, sin tener acceso a la tecnología. Para mí era un sueño poder aprenderlo y ser parte del desarrollo. Eso fue lo que me inspiró: yo quería ser protagonista y desarrollarla”.

Ileana anima a todas las niñas a soñar en grande. “Y no dejar que les pongan un obstáculo, y que su género no lo sea tampoco. Se puede estudiar ingeniería, ser esposa, ser mamá, amiga, y ser exitosa. Sí, se puede. Vale la pena soñar”.

Hija de educadores, estudió en escuela y colegio público, por lo que “pude haber pensado que no iba a tener oportunidad de trabajar en tecnología; y sin embargo, sí se pudo”, comenta.

Ella es de Pérez Zeledón, una pequeña ciudad rural de Costa Rica, lejos de la capital. Se fue a Heredia para poder seguir estudiando en la U. Se diplomó en Ingeniería de Sistemas y aprendió inglés.

Su primera compu no la tuvo ni siquiera en la universidad. Allí tenía que hacer fila para poder acceder a las pocas máquinas que había disponibles para los alumnos, con horarios de 2 y 3 de la madrugada. Sus papás no la dejaban ir a esas horas por la calle, así que se quedaba desde la tarde en la U, hasta que amanecía, para poder hacer los trabajos.

Pero todos los esfuerzos dieron sus frutos. En 1997 comenzó a trabajar en la operación de Intel en Costa Rica, antes incluso de abrir la planta. 

En octubre de 2019, tras un arduo camino, llegó a la cima, la gerencia general de la compañía en el país. No solo eso, en diciembre de 2021 la nombraron Vicepresidenta Global (para todo el mundo) de Ingeniería de Diseño.

Ileana Rojas, una soñadora que escaló a la cumbre corporativa.
(Visita el Instagram de la autora)

¿Qué supone para usted el hecho de ser la primera mujer que lidera la operación de Intel en Costa Rica?

Un gran reto que asumo con mucha responsabilidad. Es un honor para mí representar no solo a los costarricenses, si no a las mujeres y demostrarle a la corporación que puede seguir confiando en el talento tico, y en el equipo de liderazgo local que tiene.

¿Alguna vez se ha sentido en desventaja por el simple hecho de ser mujer, dentro del mundo corporativo?

Más allá de Intel ¿Qué cree que falta en el mundo empresarial para poder decir que estamos en un contexto de igualdad?

¿Qué considera que enseña su carrera a las niñas y a las mujeres costarricenses?

¿Qué recuerda de su infancia en Pérez Zeledón? ¿Cómo fue?

Mis papás son educadores, los dos. Yo fui a la ‘Escuela 12 de marzo de 1948’, así se llama; donde mi mamá era educadora. Y luego fui al ‘Liceo UNESCO’, el colegio académico más grande que tenemos allá.

Recuerdo la naturaleza, jugar siempre afuera. Al igual que muchas personas de mi edad es de las cosas que más recuerdo; pero, sobre todo, valoro mucho el haber crecido allá, porque siempre crecí en un ambiente en el que las personas alrededor ayudaban a los demás. Había mucha confianza, de dejar la puerta abierta y que entraran; pero además confianza de que había una buena intención en las personas que estaban alrededor; seres humanos muy colaboradores, muy compasivos, y recuerdo ver a muchas personas que tenían muy pocas oportunidades, a mi alrededor, muchas dificultades. En el colegio en el que yo estaba éramos seis secciones, en quinto año, de 30 personas cada una; y en esa diversidad de alumnos había gente que tenía muchas dificultades, no solo físicas, sino económicas, de transporte… Para mí era un privilegio poder ir al colegio, y poder estudiar en una universidad.

Al salir de Pérez ¿Cuáles fueron los siguientes pasos?

Salí de Pérez Zeledón y vine a Heredia, a la Universidad Nacional; ahí estudié Ingeniería de Sistemas, me gradué de Diplomado.

Cuando tocaba ya hacer el Bachillerato, en Costa Rica hubo una crisis presupuestaria en las universidades, y se cortaron algunas de las carreras. Bachillerato en Ingeniería de Sistemas en la Universidad Nacional se pospuso. 

Yo llegué hasta el Diplomado, luego estudié dos años inglés, en el Centro Cultural Costarricense Norteamericano, y empecé a trabajar a los 18 años. Más adelante, cuando terminé el inglés entré a una universidad privada, a la UIA (Universidad Internacional de las Américas) y ahí terminé mi Bachillerato, ya trabajando. 

Muchos años más tarde, ya en Intel -donde entré en 1997-, tuve la oportunidad de trabajar en ciberseguridad, y ahí decidí hacer una certificación en Gerencia de Seguridad de la Información.

Tras 22 años en Intel, Rojas accedió a la gerencia general de la compañía en Costa Rica

¿Qué momentos considera claves para haberse convertido en lo que es hoy?

Siempre me interesó la tecnología. No porque hubiera mucho acceso a ella, yo no tenía una computadora, ni había computadora en mi casa; pero en la televisión sí se veía montones el tema de la tecnología, y se veía que iba evolucionando. Siempre tuve mucha curiosidad por eso. Y como tuve esa curiosidad, sin tener el acceso, entonces para mí era un sueño poder tener el acceso a aprenderlo y ser parte del desarrollo de esa tecnología, y eso fue lo que me inspiró: yo quería ser protagonista y desarrollarla.

¿En qué año tuvo su primera compu?

Ni siquiera en la universidad. En esos momentos, nosotros hacíamos código y había que probar los programas en el centro de cómputo de la U, para lo cual usted tenía que pedir ‘tiempo de servidor’, y entonces a uno le daban, cuando ya estábamos en los exámenes finales, uno iba al centro de cómputo, hacía la fila, le daban un tiquetito donde le decían: ‘le toca de 2 a 3 de la mañana’, o de 1 a 2,30 de la mañana. Ellos la ocupaban para cosas de la universidad y la asignaban a los estudiantes ciertas computadoras. Me acuerdo que mis papás no me dejaban ir a esas horas, ni devolverme; entonces, me iba, me ponía a estudiar y me quedaba toda la noche. Entonces, cuando amanecía, ya me podía devolver a la casa, porque no me dejaban en la noche.

Fue ya estando en Centro Cultural, alrededor de los 20 años. que tuve mi primera computadora, me la compré yo. Era una ensamblada en Costa Rica, con procesador Intel. La compré en San Pedro, en una tienda que compraba las partes y las armaban ellos. Y me duró muchos años.

Ha comentado que desde bien niña se le desarrolló este interés por la tecnología. ¿Cómo debe potenciarse en Costa Rica la educación STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería, Matématicas, por sus siglas en inglés), sobre todo para las niñas?

Pienso que lo primero es que nosotras las mujeres, y que los niños en general, no tomen una decisión de carrera por si me gusta, o no me gusta, la matemática. Creo que eso hay que apartarlo, porque no es una razón para tomar una decisión de una carrera STEM.

En el STEM tenemos también el tema de las ciencias; la cosa es por qué yo siento curiosidad, en donde me siento yo realizado. A mí me encanta solucionar problemas, y las carreras de ingeniería solucionan problemas, pero si pensamos, las científicas también, y las matemáticas también. Ese es el hilo conductor que yo le veo.

Cuánto disfruto yo ver un problema y seguir intentándolo y luego reflexionar cómo lo pude haber hecho mejor, y volverlo a aplicar en el siguiente paso. Sí, la matemática es la base de las carreras STEM, como es la química y la biología para la parte de las ciencias. Esa es la base, pero no es lo que vamos a utilizar todos los días para resolverlo. Nos da la lógica que ocupamos; algoritmos por ejemplo, lo que yo estudié, casi a todo le veo forma de algoritmo, y cuando he trabajado en ingeniería de hardware, que no es mi área, cuando los ingenieros me están explicando algo yo estoy haciendo una analogía inmediatamente con la parte de software.

¿Cuáles fueron las principales figuras en las que se fijó en su infancia y juventud? ¿Y cuáles admira actualmente?

Hubo muchas. Como toda niña, la mamá es la primera. Vengo de una casa de mujeres, somos tres hermanas, y mi mamá siempre fue estricta, muy perseverante, que nos demostró con hechos que las mujeres pueden hacer lo que se propongan.

Son las palabras, no los actos. Vi a mi papá trabajar en Ciudad Neilly y cuando trabajaba allí, iba a sacar su licenciatura a la Universidad Nacional en Heredia, sin quejarse. Cuando uno dice: ‘Hay que soñar en grande, y sí se puede’, claro que se puede. Imagínese qué viaje hay que estar haciendo para ir a sacar una especialización allá.

Mis papás son mis primeras figuras de admiración, y luego hay muchas otras figuras muy compasivas, a las que les tengo muchísimo respeto por lograr las cosas con el corazón. Los líderes que yo más admiro son aquellos que son seres humanos extraordinarios; si no lo son, y no tienen esos valores y no los demuestran con sus actos, yo personalmente no están en mi lista de los más admirados.

En Intel muchísimos, pero esa consistencia, esa integridad de lo que yo digo, con lo que yo hago, y lo hago consistente, es para mí el modelo más grande.

¿Eso es difícil de encontrar?

Vamos a ver. Consistentemente sí, pienso que sí.

Rojas ha sentido el apoyo en su círculo laboral y familiar para ser lo que hoy es.

¿Cuáles fueron sus principales apoyos, para llegar a lo que es hoy?

En 22 años he tenido el apoyo de muchos de mis superiores, pero también de una red de apoyo aquí en Intel, que ha sido fundamental. Tanto amigas, que durante el tiempo en que necesitaba salir temprano, o una cobertura, me ayudaron montones; como hombres, que también lo hicieron en su momento y me ayudaron con esa flexibilidad.

Para una mujer, trabajar y también dedicarle tiempo a su casa es muy difícil, se requiere una gran red de apoyo, y yo la valoro muchísimo. Yo tengo aquí amigas que considero como hermanas, y amigos. Han estado conmigo en las buenas y en las malas.

Me han ayudado mucho mi círculo de apoyo, jefes, hombres y mujeres que han creído en mí más de lo que yo he creído muchas veces; y mi familia.

Cuando tomé este puesto una de las cosas que hice fue llamar a mis suegros y a mis papás, y a los señores donde viví por 12 doce años desde que me vine de Pérez Zeledón (que son los suegros de mi hermana); y les di las gracias, porque les dije: ‘Yo no estaría aquí si no fuera por el apoyo de ustedes’.

Uno es producto de todas las personas que le ayudan en el camino.

¿Le tocó duro compatibilizar familia y trabajo?

Claro. Tengo 20 años de casada, una hija de 18 y otra de 14, y con mi esposo lo que hemos hecho es balancear. En algunos momentos, cuando yo trabajé medio tiempo, él podía trabajar muchas más horas y él estaba haciendo carrera. Y ahora, ellos me apoyaron y les pregunté antes de hacer la aplicación para el puesto si me apoyarían, y ahí están, ayudándome un montón los tres.

¿Cuáles han sido los momento más difíciles en su carrera?

Creo que es cuando, para mí al menos, cuando hay que impactar gente. Cuando una decisión de negocio, que se entiende perfectamente, implica impactar una familia. Para mí es de los momentos más difíciles.

Gracias a Dios trabajo en Intel, y en Costa Rica particularmente se toma con mucha seriedad. Trabajamos para que la gente quede ojalá mejor de cómo estaba. Pero es claramente de los momentos más difíciles a nivel profesional.

¿Cuál quiere que sea su legado? ¿Cómo quiere que la recuerden?

Quiero que me recuerden como una líder inclusiva, que promovió la colaboración entre los grupos que están representados en Intel Costa Rica y que creó en los costarricenses que están hoy aquí un pensamiento de dueño, para lograr llevar nuestro valor agregado al máximo que se pueda. De dueño quiero decir que toda decisión que tomemos sea como si fuéramos los dueños de esta empresa.