Apenas tenía cinco años y María ya sabía leer y escribir. La escuela de Tempate de Santa Cruz llevaba el nombre de su abuelo, Dionisio Leal Vallejo, un campesino que convenció al presidente Tomás Guardia -habían combatido juntos frente a los filibusteros- para que la construyera. Su papá también fue director de escuela, en el pueblo de 27 de abril.

Seguramente ellos le inculcaron a María ese amor por la educación. En 1907 se fue a San José a estudiar en el Colegio de Señoritas (tras recibir una beca por ser la mejor estudiante de su provincia), donde se graduó como Maestra Normal.

Tras finalizar los estudios regresó a su amado Guanacaste. Inició como maestra en su pueblo, Lagunilla de Santa Cruz (profesión que tuvo por más de 50 años), trabajó enseñando, pero también recopilando los cuentos que le contaban sus alumnos en las aulas, así como los campesinos del cantón.

María quería que los niños y niñas tuvieran más oportunidades. Por eso fundó el primer jardín para niños en Santa Cruz de Guanacaste, en 1925; y también animaba a los mayores a aprender a escribir, cosa que hacían en las noches. La Escuela de Niñas de Santa Cruz, de la que fue directora, pasó después a llamarse Escuela María Leal Rodríguez. 

100 años se cumplieron en 2023 de la primera edición de su gran obra: Cuentos Viejos, considerada como uno de los libros fundacionales de la literatura infantil de Costa Rica, que recuperaba 14 cuentos del folclore guanacasteco (Tío Conejo y tía Boa, La mano peluda, El príncipe tonto, entre otros) y que fueron creciendo hasta 24, a medida que se publicaban nuevas ediciones del libro . También son suyos los libros De la vida en la costa (1959) y Estampas del camino (1974).

Su cantón natal, Santa Cruz de Guanacaste, le dedicó un mural y una estatua en el parque. En 1956 fue declarada ‘Mujer del año’ y desde 2022 es ‘Benemérita de la Patria’.