En Costa Rica no existe ningún tipo de legislación especial sobre el acoso mediante las diferentes plataformas virtuales.
Por: Fiorella Montoya
Fotografías, videos y mensajes son parte de lo que envían las personas cuando se trata de las redes sociales, sobre todo si se habla de mujeres que son influencers o figuras públicas; ellas no piden recibir este tipo de contenido, pero igual llega a sus plataformas.
Esto es el ciberacoso en Costa Rica, un vistazo desde la realidad de la vida virtual.
En Ticas Poderosas conversamos con tres mujeres que han estado en el ojo público. Han tenido que sufrir desde ofrecimientos de dinero, hasta soportar el machismo por hacer su trabajo. Acoso y violencia. Ellas son Johana Villalobos, Viviana Siles y Sara López.
“Yo creo que el acoso virtual es tan real como el que vivimos en la calle, es igual de ofensivo, de denigrante, se vive a diario. Sí confieso que entre más firme su personalidad a diario, sucede menos. Pero siempre hay alguien que no entiende eso y lo hace”, explica López, quien considera que hay hombres que asumen que por ser parte de un programa, tiene la obligación de soportar comentarios, o a decir que sí a todo.
Las situaciones son muchas y diferentes cuando se trata de una persona detrás de un teclado, haciendo un clic sin imaginar lo que significa del otro lado de la pantalla. Por eso, cuando sucede se deben tomar decisiones acerca de cómo actuar con estas personas.
Por ejemplo, Johanna Villalobos menciona que ha recibido “vídeos de gente masturbándose, o fotografías, tanto hombres como mujeres. Antes lo que hacía era ‘quemarlos’, ponía el nombre de usuario en mi redes (…). También recibí comentarios machistas como ‘se nota que a esta Johana le gusta’, o ‘juega de muy liberal’”.
Dar a conocer quiénes eran le ayudó y ahora prefiere bloquearlos. Así ha logrado crear una mejor comunidad en sus redes sociales donde, además, ha sido conocida por conversar de temas como el acoso.
Pero el fenómeno puede ir más allá. Viviana Siles es una periodista amante del mundo geek y su público meta está conformado por hombres en un 85 %. Ella se ha tenido que enfrentar a situaciones más allá de una fotografía.
“Hace poco que habían hecho un perfil mío en Tinder, agarraron todas mis fotos de Instagram y las pusieron en ese perfil. Empezaron a cobrar a la gente a mi nombre, decían: ‘por 50.000 colones le pasó mi pack, le paso fotos’”, cuenta Siles. La periodista interpuso una demanda en la que no pudo hacer más, pues no tenía el nombre de quien suplantaba su identidad. Hace poco recibió respuesta de la plataforma digital contando que ya borró el perfil falso.
A Viviana incluso le han llegado a ofrecer US$1.000 por salir con una persona, un ejemplo de cómo en ocasiones se pretende que por ser figura pública debe decir que sí siempre.
También Sara López, recibe mensajes en programas en vivo cómo ‘quién la trajo, vaya a limpiar, no vale su opinión porque es mujer’. No es solo acoso sexual, sino un empoderamiento detrás de un teclado, y preocupa que alguien podría trasladar las fantasías de la vida virtual a la vide real.
¿Legislación en Costa Rica para el ciberacoso?
En nuestro país no existe explícitamente ningún tipo de ley que condene el acoso mediante plataformas virtuales, aunque sí hay relacionados con de la ciberdelincuencia como los Delitos informáticos y conexos del Código Penal, que contemplan los delitos de Suplantación de Identidad, Espionaje Informático, Instalación o Propagación de Programas Informáticos Maliciosos, Suplantación de Páginas Electrónicas, Facilitación de Delitos Informáticos y la Difusión de Información Falsa.
A pesar de ello, surge la pregunta. ¿Qué hacer en caso de recibir acoso mediante plataformas digitales?
“Debe apersonarse a denunciar estos actos. A partir de la denuncia, ante el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y la Fiscalía, pueden iniciar gestiones legales para solicitar a los diversos medios sociales (Facebook, Twitter, blogs y foros) que remitan toda la información sobre la persona que publicó un determinado material y solicitar el cierre de dicho espacio, en caso de perfiles falsos en redes sociales (Delito de Suplantación de Identidad); o bien perfiles creados para fines de amenazas o difamación, y al no saber quién está detrás de la acción delictiva, puede ir al OIJ. Por otro lado, si se conoce a la persona que está cometiendo el hecho delictivo, puede ir directamente a la Fiscalía”, recomienda la abogada Betzabé Sánchez.
Incluso se hace hincapié en guardar todas las pruebas posibles de lo que sucede.
Cambios necesarios
Tanto Sara, como Johana y Viviana, llegan a la conclusión de que hay que hablar y educarse sobre lo que sucede en la vida virtual. Nadie tiene derecho a comentarios subidos de tono que nunca se pidieron. Las mujeres no deben ser víctimas del machismo que se esconde tras un teclado.
Las tres llaman a denunciar y a seguir cambiando las cosas, actuando y alzando la voz.
Johana explica que “no importa si es el mejor amigo de mi mejor amigo, novio, familia, no se queden calladas”, mientras que Viviana impulsa a apoyarse entre mujeres y “detener el acoso en todo sentido. También en la vida cibernética, porque nadie tiene derecho a juzgar, ni acusar, ni criticarte, ni nada”.
Sara López hace un llamado muy fuerte para ir más allá y pensar en el futuro. “Seguir luchando por una educación igualitaria. La gente sigue sin entender que el feminismo no es superioridad, es igualdad”. A las mujeres que hoy tienen hijos les dice: “Saque usted el patrón de educación machista y a las mujeres de la educación sumisa (…), entonces tal vez logremos hacer entender valores a los niños y lleguemos algún día a tener una generación más limpia”.
Además, Sánchez cree que desde el punto de vista jurídico también se deben hacer cambios: “Como se observa, la reforma a nuestro Código Penal no resultó suficiente para combatir contra la ciberdelincuencia y los delitos informáticos. Si bien existe un intento de legislación para los delitos informáticos, ésta no contiene muchas de las conductas delictivas que existen actualmente, como el ciberacoso. Nuestra legislación debe abrir paso a una normativa efectiva, políticas de protocolo de acción y a su vez la norma procesal, las cuales sean más expeditas, es decir un tratamiento más rápido y eficaz”.
Un conjunto de acciones que podrían llevar a tener también una vida cibernética mejor para las mujeres.