Los procesos de planificación de la movilidad urbana y los planes de movilidad al trabajo desarrollados por las organizaciones, deben diseñarse con un enfoque de género que permita integrar todas las necesidades.

por Elena Galante Marcos*

¿Cómo se trasladan las mujeres?, ¿qué prefieren?, ¿qué necesitan?, ¿qué oportunidades se derivan de ello?

Empiezo esta columna el 16 de septiembre, coincidiendo con el inicio de la semana europea de la Movilidad, que anualmente se celebra con el objetivo de sensibilizar sobre los beneficios del uso de transportes más sostenibles y en cuyo marco empresas, administraciones públicas y diferentes colectivos, desarrollan acciones de comunicación y educación.

La movilidad sostenible es una movilidad que evita la emisión de gases contaminantes, pero que además es segura e inclusiva para todo tipo de personas.  En este ecosistema, la mujer juega diferentes roles como trabajadora, consumidora e impulsora.

El género es un diferenciador importante, pues está demostrado que las mujeres presentamos patrones de movilidad más complejos, que incluyen combinaciones entre diferentes tipos de transporte en varios momentos del día y menos trayectos lineares casa – trabajo. Realizamos más desplazamientos con niños o niñas, con paquetes o bolsas y viajamos más fuera de los horarios punta que los hombres. 

Posiblemente esto se deba, en gran medida, a la diferencia de roles que aún persisten vinculados a las responsabilidades que la mujer asume en el hogar o en los cuidados de terceros. 

Además, las mujeres proporcionalmente tienen menos permisos y licencias de conducir, tienen menos coches a su nombre aunque sean de ellas o para su uso personal, conducen menos y viajan en coche como pasajeras con mayor frecuencia. Por otra parte, la percepción de miedo y seguridad de las mujeres es mayor y depende de factores tales como la hora del día, la iluminación, la limpieza, y el entorno en general. 

Por todo ello, los procesos de planificación de la movilidad urbana y los planes de movilidad al trabajo desarrollados por las organizaciones, deben diseñarse con un enfoque de género que permita integrar todas las necesidades. Esto, que a veces genera polémica cuando se considera benevolente con la gestión de las desigualdades, contribuye a mejorar una realidad del presente, mientras se deben incrementar los esfuerzos para que dichos sesgos dejen de existir. 

Sobra decir que, sin duda, un incremento de mujeres en la toma de decisiones sobre planificación y operación del transporte, así como en el diseño de políticas públicas, tendría un impacto positivo en la inclusión de estas necesidades.

Por otra parte, las decisiones de consumo de las mujeres en materia de movilidad, también están alineadas con una movilidad más sostenible: nueve de cada diez mujeres preferirían comprar un vehículo respetuoso con el medio ambiente y más del 80% de las mujeres elegirían un coche híbrido enchufable. Además la mujer sigue apostando por un uso compartido del coche, en el que varios pasajeros viajan juntos y reparten gastos.

En la Cumbre del Foro Internacional del Transporte de la OCDE del 2018, estos retos quedaron reflejados en la Declaración mujeres en movimiento, con el objetivo de incluir la perspectiva de género en las políticas de movilidad, así como la incorporación de las mujeres al ámbito laboral del transporte, como pilares para proponer acciones y medidas a ser implementadas por gobiernos, sociedad civil, sector privado y otros actores clave.

La participación de mujeres en el ámbito laboral de la movilidad es un reto compartido por el sector a nivel global, sobre todo si profundizamos en ciertos trabajos como el de conductoras. 

Un estudio realizado en América Latina por BID INVEST y la empresa de ride-hailing  Cabify, con el objetivo de obtener información que les ayude a promover el trabajo femenino entre sus servicios de conducción, aporta datos muy interesantes sobre los retos a los que se enfrentan las mujeres, tales como barreras estructurales vinculadas al acceso a crédito para adquirir vehículos o independencia económica dentro del hogar, pues las conductoras son dueñas de su auto en menor proporción y dependen más de terceros para obtener un préstamo. La percepción de ser profesiones masculinas también influye, entre otros factores.

En el caso específico de Cabify, hoy su plan director de sostenibilidad contempla acciones como las siguientes para promover la inclusión de las mujeres como socias colaboradoras en su aplicación:

  • Desarrollo de campañas de afiliación con esquemas de incentivos para mujeres conductoras.
  • Programas de referidos orientados a que más mujeres se sumen a la plataforma. 
  • Programas de mentoría para que las mujeres compartan experiencias con otras mujeres en temas vinculados a la profesión. 
  • Alianzas para facilitar la inclusión financiera y el acceso a financiamiento para la compra o leasing de vehículos. 

En una conversación informal, Natalia Gutiérrez Global Head of Sustainable Impact and Safety en Cabify, me comentó que esta oportunidad está contribuyendo a que muchas mujeres alcancen una meta inicial de independencia económica para emprender su propio negocio: «Mientras los hombres ven la conducción como una ocupación permanente, generalmente las mujeres la perciben como temporal; una alternativa que les ayuda a alcanzar su realización profesional y personal posteriormente. Es muy gratificante saber que podemos formar parte de un crecimiento personal con tanto impacto».

Sin duda, la participación activa de las mujeres con más y mejores oportunidades de movilidad, favorece la productividad y el desarrollo económico de los países, permite la mejora del entorno para el desarrollo educativo y empodera a las familias, al tiempo que genera mejoras en la calidad de los servicios. 

Para que esa participación activa sea real: la movilidad debe ser planificada con enfoque de género,  las organizaciones deben facilitar el acceso laboral de las mujeres a este sector y las mujeres debemos ser conscientes de las limitaciones que existen, para participar en los espacios que se abran, o abrir espacios nuevos, y trabajar de forma activa en este cambio.

*Asesora en Sostenibilidad y gestión de la Responsabilidad Corporativa