La brecha de género se acentúa en las carreras de Ciencia y Tecnología, con obstáculos sociales desde el inicio de la edad escolar, con un machismo lacerante que las impide crecer en este ámbito.

Por: Fiorella Montoya

Las barreras de género parecen ser una lucha incansable, a pesar de que hay muchas mujeres levantando la voz, es evidente en muchos casos que hay retos sociales y culturales. Este es el caso de las asignaturas o carreras STEM (las siglas en inglés hacen referencia a la ciencia, tecnología, ingeniería y matemática).

Costa Rica no huye de estas situaciones, incluso el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt) reveló mediante una encuesta a la población costarricense que aún existe una brecha cuando se habla de mujeres en estos campos, además despertó una serie de opiniones al respecto; sobre todo cuando se da a conocer que las mujeres son minoría. Un 66% de los entrevistados indicaron no tener entre su familia o amistades, mujeres que estudien o trabajen en temas de Ciencia y Tecnología.

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“Vivimos en una cultura machista donde hay una división sexual del trabajo tanto en los espacios como el hogar como profesionales, ya sea una política de elección de carreras y demás, donde a las mujeres se le dan roles tradicionales y a los hombres se les suelen designar espacios más de las Ciencias, o de los trabajos que implican fuerza”, explicó la legisladora Carolina Hidalgo, diputada por el partido Acción Ciudadana. 

Además de dar a conocer su opinión en redes sociales, la ex presidenta de la Asamblea Legislativa recibió mensajes como “es parte de los prejuicios y el drama”, haciendo referencia a que las mujeres no estudian estas carreras porque no quieren y no porque hayan limitaciones.

Durante la conversación planteada por la diputada muchos criticaron la postura de Hidalgo, dejando la idea de que muchas mujeres no estudian carreras STEM no se debe a limitaciones .

¿Cuál es la realidad de las mujeres en estos espacios?

Adriana Sánchez estudiaba en el CTP de Pérez Zeledón, y deseaba ser admitida en el Colegio Científico, pero un profesor mencionaba que “eso no era para mujeres y que, de todas maneras, si lograba ingresar me iban a reventar en las clases, que eran muy demandantes”. Ingresó y culminó de forma exitosa, pero decidió no estudiar carrera STEM debido a los ambientes sumamente masculinos.

“Siguen sin existir verdaderas oportunidades para cambiar las estructuras, ahora las mujeres somos mejor recibidas en carreras STEM, pero las estructuras siguen siendo expulsivas y no tienen condiciones para nosotras. Desde cosas que podrían sonar como una tontería, como baños en los que podamos asearnos con dignidad durante el período; hasta cosas más serias, como la creación de estrategias que le permitan a mujeres madres, mujeres cabeza de hogar, mujeres que tienen bajo su cuidado a adultos mayores, mantenerse en la carrera y acceder a horarios más amigables con su estilo de vida”, explicó Sánchez desde una perspectiva externa.

Los profesores en ocasiones se encargan de desincentivar a las mujeres en STEM, como le ocurrió a Adriana Sánchez.

La discriminación suele llegar desde la formación inicial en escuelas y colegios pero cuando las mujeres llegan a ser parte de estos espacios se encuentran con situaciones que parecen normalizarse.

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“Cuando escogí estudiar Ingeniería Mecatrónica, había gente de mi pueblo que me cuestionaba que cómo iba a estudiar una carrera para hombres. Yo creía que eran comentarios ilógicos, pero muchas veces me tocó ser la única mujer en la clase y entendí a qué se referían. Me tocó escuchar chistes sexistas, escuchar sobre el físico de otras chicas con el dañino »¿Es efecto TEC o en serio esta bonita?”, reduciéndonos a nuestro físico”, explicó Allison Mendoza, quien en 66 cursos universitarios solo tuvo cuatro profesoras.

Desde pequeña tuvo afinidad con las asignaturas STEM y de igual forma superó retos previos en su desarrollo académico, como escuchar frases cuestionando si podría con la carga o el hecho de recibir poco o nulo apoyo de profesores.

Allison Cruz recordaba obstáculos planteados por sus propios profesores.

Podrían nombrarse varios retos a los que se enfrentan las mujeres al decidir ser parte del mundo de las mujeres STEM, incluso con situaciones que en su momento parecían estar bien.

“Me quedé en tres cursos y dos de esos fue acoso de profesores. Uno de ellos acoso sexual que no denuncié, y era acoso sexual, pero en su momento yo no lo entendía como tal. Me resuena mucho unas palabras que decía una compañera ingeniera un poco mayor que decía: “Cuando yo estaba en la Universidad a lo que ahora le dicen acoso sexual no tenía nombre”, y cuando yo estaba en la Universidad sí tenía nombre, pero yo no estaba sensibilizada para detectarlo”, mencionó Ana María Rodríguez, quien durante 10 años estudió la carrera de Ingeniería en Materiales y fue testigo de situaciones que de una u otra manera hacían que las mujeres se adaptaran al ambiente para sobrevivir, incluso masculinizando su vida; con temores latentes, como no tener un baño específico para mujeres, elegir horario que no resultaran peligrosos y otra suma de temas que limitan el desarrollo en esos espacios.

¿Soluciones?

La diputada Carolina Hidalgo menciona que incluso realizó la consulta a la Universidad de Costa Rica acerca de a cuántas mujeres se les ha otorgado el premio a mejor investigadora del año y “la respuesta fue prácticamente que a ninguna”.

Ante esto menciona que lo primero es tomar conciencia -tanto hombres como mujeres, de todas las edades- de que el privilegio masculino está presente en nuestra cultura, y es un trabajo en conjunto: los hombres reconociendo ese privilegio que culturalmente han tenido y las mujeres con mayor empoderamiento. 

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Además, es necesario generar herramientas para las mujeres, tanto para la elección de esas áreas que tienen que ver desde la formación de la niñez, como un debido acompañamiento en el proceso de formación y posteriormente en el ejercicio de estas profesiones.

También, se plantea el hecho de hablar y romper las barreras estructurales que existen en los diversos ámbitos STEM, hablando de las violencias que se viven y otorgándole el nombre a las situaciones, así como el conocimiento de las herramientas.

“Es desintoxicarnos a nosotras mismas, pero al mismo tiempo buscar un futuro mejor porque la idea no es que haya un 50% de mujeres sobreviviendo la violencia estructural de estos espacios, sino que haya 50% de mujeres viviendo en total libertad la capacidad de lograr el 100% de su capacidad”, añadió Rodríguez.