Ser mujer es más complicado que ser hombre en cualquier país del mundo, y en un región machista como América Latina, todavía más. Las cifras (brecha salarial, o embarazo adolescente) van mejorando poco a poco, pero queda mucho camino por recorrer.

Por: Daniel Zueras

Femicidio es un neologismo que ni siquiera está todavía registrado en el diccionario de la Real Academia Española, y que se define como el asesinato de una mujer por razón de su sexo, según la Fundéu, siendo esta la máxima expresión de la violencia machista.

Lamentablemente, en los últimos años es una palabra que se ha vuelto más y más habitual. Las frías estadísticas muestran que, entre 2007 (año en que se promulgó la Ley de Penalización de la Violencia contra las Mujeres) y 2018, 341 mujeres murieron en Costa Rica asesinadas a manos de, usualmente, sus parejas o exparejas, de las que 24 lo fueron en el último año.

En las últimas semanas hemos vivido lo que es un lamentable goteo de muertes por violencia de género, algo a lo que estamos tristemente acostumbrados. Las seis víctimas que llevamos en lo que va de año suponen una muerte de mujer cada 20,5 días por femicidio (cifra que subiría a siete, si utilizamos la cifra de la figura de femicidio ampliado).

Y la violencia contra la mujer no se queda ahí.

Qué decir de las tasas de embarazo adolescente en Costa Rica, donde la carga del bebé suele quedarse siempre del lado de las mujeres. 13 de cada 100 chicas entre 15 y 19 años han sido madres, según datos del último Índice de Progreso Social (IPS). Más del 90 % de los padres doblan la edad de las madres.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), los nacimientos entre mujeres de entre 10 y 19 años en 2013 ascendió a 12.924, el 18,3 % del total. En 2018 la cifra bajó hasta 9.531, el 13,9 %.

Y también ha bajado notablemente entre las más jóvenes. Las adolescentes madres menores de 15 años pasó de 473 en 2013 a 258 en 2018.

Estas estadísticas de embarazo hacen que se perpetúe el ciclo de la pobreza entre las mujeres, pues en múltiples ocasiones dejan sus estudios para cuidar a los bebés (no sus, sino nuestros), y ello hará que a futuro no consigan empleos cualificados. El 36,2 % de las mujeres en Costa Rica son jefas de hogar (Estado de la Nación 2016), mientras que el 61,8 % de las féminas no tienen un ingreso conocido, con base en datos ENAHO 2010-2013.

Según datos del INEC publicados por el colectivo Ni Una Menos Costa Rica, la brecha salarial entre hombres y mujeres en empleos con salario mínimo es del 32,4% en Costa Rica, esto quiere decir que, por el mismo trabajo, reciben una remuneración de solo dos terceras partes que la de los hombres.

Mientras, en puestos más altos esa brecha se reduce significativamente, según el Informe Mundial sobre Salarios 2018 de la Organización Mundial del Trabajo (OIT). Si a nivel mundial las mujeres reciben un 20,5 % menos que los hombres, por el mismo trabajo; en Costa Rica la cifra es del 7,8 %.

Las mujeres empresarias son también una (amplia) minoría. Datos de Mastercard muestran que, apenas el 22,2 % de las empresas ticas están en manos de mujeres.

Las féminas son la mitad de la fuerza laboral mundial, pero solo aportan el 37 % del PIB, según el estudio “El poder de la paridad” de McKinsey Global Institute, en alianza con la Global Banking Alliance For Women. El 75 % del trabajo no pagado a nivel mundial es realizado por mujeres.

Acorde al estudio de McKinsey, de aprovecharse el potencial total de la participación total de la mujer en la economía, se sumarían US$28 billones (millones de millones) al PIB mundial anual en 2025, o lo que es lo mismo, un incremento del 26 %. La cifra equivaldría al tamaño combinado actual de las economías de EE.UU. y China.

Otro dato significativo: más del 40 % de los alimentos del mundo son producidos por mujeres, pero son dueñas de menos del 1% de la tierra productora. De este modo, la mujer trabaja y conoce el negocio, pero no tiene la garantía, por lo que no consiguen acceder a créditos bancarios, con los que mejorar.

El informe Brecha Global de Género 2018, del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), ubica a Costa Rica el el puesto 22 a nivel mundial, mientras que 2006 estaba en el puesto 30.

Este documento compara a 149 países en su progreso hacia la paridad de género en cuatro dimensiones temáticas: Participación y oportunidad económica, Logros educativos, Salud y supervivencia y Empoderamiento político.

Con la tasa de progreso actual, la brecha global de género global tardará cien años en cerrarse, mientras que la brecha en el lugar de trabajo no se cerrará en 217 años.

Así, obtiene su mejor resultado en logros educativos, con una puntuación de 1,000 (siendo 1 la igualdad absoluta), mientras que en lo que peor estamos es en empoderamiento político, con 0,406 (siendo 0 la desigualdad absoluta).

El problema en este sentido son los campos en los que se inscriben. El WEF mide la brecha de educación de manera cuantitativa, no cualitativa. O lo que es lo mismo, lo que estudia es cuántas mujeres tienen el mismo nivel de educación que los hombres. Pero falta por ver qué tipo de carreras son las que toman.

El hecho es que muchas se inscriben en comunicación, social, enfermería, ayuda administrativa… El tipo de educación que les saca con un techo de cristal fijo, que no van a poder romper, porque no la sociedad no las ha empujado a ser ingenieras, a ser arquitectas, matemáticas, físicas, químicas, a saber de finanzas….

Y no solo en la superior. En la Educación y Formación Técnica Profesional (EFTP), su situación no es favorecedora, ya que ellas no se están graduando en las especialidades con más oportunidades laborales. Según datos del Programa Estado de la Nación, las mujeres alcanzaron el 57,93% del total de graduados de la EFTP (170.698 graduados en el país) durante el período 2014-2017. Esa mayor pujanza femenina se sostiene tanto para el menor nivel de cualificación (trabajador calificado) como para el más alto (diplomado). Sin embargo, esa ventaja se pierde al analizar las especialidades con mayor demanda y por ende mejores oportunidades laborales.

De las diez especialidades técnicas con mayor graduación femenina, solo cinco se relacionan con las diez que más demandan las empresas con una alta expansión en el país, asociadas con sectores de Servicios y Manufactura avanzada, las cuales se corresponden con electrónica industrial, tecnologías de la información y comunicación (TIC), idioma para centros de servicios y contabilidad. Por su parte, los hombres se alinean más con esas oportunidades, pues ocho de las diez especialidades en que más se gradúan coinciden con las más demandadas.

Todos estos datos demuestran que aún hay mucho camino por recorrer.