Mujeres que teletrabajan y son madres, unido al confinamiento actual, son las que soportan una mayor carga de estrés, apunta estudio internacional.
Por: Fiorella Montoya
La suma de maternidad, más teletrabajo, más el encierro que ha traído aparejado el COVID-19, nos da como resultado un incremento del estrés: estas madres suman a su trabajo el hecho que ahora también vigilan y ayudan a sus hijos con los deberes escolares y, además, deben encargarse de las tareas del hogar.
El confinamiento ha conllevado en gran medida un cambio importante en la vida de las madres que están teletrabajando, con menores en la casa, incide un estudio realizado por la Universidad de Valencia (España).
«No solamente se han visto recargadas con tareas domésticas y reproductivas que ya tenían porque ahora se han sumado las tareas de darles educación a niños y niñas y otros trabajos domésticos; se han duplicado en algunos casos el número de horas que están dedicando las mujeres», explica la socióloga Monserrath Sagot.
Situación que evidencian quienes deben realizar teletrabajo y se le suma la carga de ayudar a sus hijos con sus respectivas tareas escolares.
«Todos los días, cuando terminó mi trabajo, empiezo con las tareas de mi hijo. Esto ha sido muy estresante, no tengo preparación en enseñanza, no sé cómo hacerlo, ni cuánto exigirle. Quisiera que avance pero no quiero que sentarse a hacer su tarea sea un momento estresante para él», cuenta Andrea, quien trabaja en servicios financieros y tiene un niño a punto de cumplir cuatro años, quien estos meses está recibiendo en línea sus clases de kínder.
“Hay que estar pendiente del desayuno, almuerzo, meriendas, si hizo la tarea, si se pudo conectar; por el otro lado: las reuniones, que no haya ruido… La carga de trabajo es estar pendiente de todo este montón de cosas que en la oficina damos por hechas que están controladas”, cuenta Maureen Santillán (34 años, mamá de una niña de 8 años), quien está en el mundo de la publicidad.
Este tipo de carga, ha cambiado el diario vivir de muchas de las mujeres pues su rutina diaria antes del confinamiento era diferente y ahora sus preocupaciones también aumentan.
«Mi día empieza más temprano con mi hijo de diez años, luego trabajo y sí, me estoy acostando un poco más tarde porque tengo que interrumpir mi jornada varias veces para poder apoyarlo a él con sus cosas de la escuela», menciona Sofía Espinoza Tosi, quien trabaja para una firma de investigación de mercados y que además apunta a la dificultad añadida de los cambios de rutina, que agregan un “estrés adicional, con sobrecarga de trabajo, porque cuando uno trabaja desde la casa tiene que ser muy riguroso con los horarios, porque el trabajo no se va”
El confinamiento no ha sido fácil, ya que la carga aumenta y la sensación de encierro también trae consecuencias.
«Los encierros, sobre todo en casas pequeñas, el no poder salir o ir al parque incrementa la sensación no solo de encierro sino de impotencia. Estar compartiendo el espacio con la familia sin que cada persona pueda al menos tener algo de privacidad», añade Sagot.
Carga de estrés
El cambio y la incertidumbre provoca también altos niveles de estrés que traen consigo consecuencias durante el confinamiento.
«Se vuelve una especie de ciclo o rutina que le impide a esa persona dar el mismo rendimiento que antes, incluso por el desgaste mental que causa la situación se pueden ver afectados otros factores emocionales, como el autoestima o el autovalor», indicó la psicóloga María José Zúñiga.
Varios indicadores han aumentado el estrés, por ejemplo, las labores domésticas, su empleo, la situación de pandemia y asumir la enseñanza desde casa.
«Mi nivel de estrés ha subido bastante, pensando en que tengo que salir, qué pasa con la escuela, el trabajo. No he variado mi horario pero nos hemos acostado más tarde», afirma Maureen.
Ante estas situaciones surge la interrogante: ¿Qué hacer?.
Zúñiga explica que «es necesario comprender y aceptar que habrán cosas que no sabrán y no está en sus manos resolverlo. Una crisis es algo nuevo siempre para todas las personas, que desestabiliza y nos obliga a readaptarnos, por lo tanto habrán momentos donde no sepan cómo actuar o cómo ayudar a sus hijos y está bien».
Y además está el hecho de que los más pequeños, además de todo, quieren jugar (en un ámbito además en el que no pueden hacerlo con más gente) y las mamás están cansadas por esta nueva rutina. “No es su culpa que haya más cosas que hacer en el mismo tiempo, él tiene derecho a su rato de juego y lo reclama todos los días, es su tiempo y es justo que lo tenga”, incide Andrea.
Las mujeres desde sus casas han adoptado cargas extras, que si bien asumen con amor también les ha perjudicado su diario vivir.
Es por ello que una de las principales recomendaciones es que también puedan tener tiempo para «tomar un café, ver televisión, leer, o simplemente no hacer nada, porque esos momentos son indispensables para seguir rindiendo y que el estrés disminuya un poco», finaliza Zúñiga.
A pesar de la carga, muchas mujeres continúan dando lo mejor de sí afrontando la pandemia y también convirtiéndose en una fuerza social para continuar moviendo el país desde diversos ámbitos.