Esta costarricense venció su miedo a las matemáticas, se hizo microbióloga, dio un paso adelante en la lucha contra el VIH, y hoy busca soluciones limpias para las baterías de los carros eléctricos.

Por: Daniel Zueras

Sindy nació y creció hasta los 12 años en Alajuela, con la fuerte presencia de su abuela, quien cuidaba de ellos, pues su mamá trabajaba arduamente como profesora de matemáticas en un colegio. A esa edad, la familia partió a vivir a California (EE UU) cuando su madre recibió una beca para completar allá una maestría y el doctorado.

Pese a la inclinación familiar, durante un tiempo le tuvo miedo a los números, pero lo superó y eso hizo que se convirtiera en una prominente científica.

Tras una adolescencia en un país que no era el suyo, e incluso culpar a su mamá por ello (algo por lo que después le pidió disculpas), fue a la Universidad a estudiar Económicas, pero no terminaba de estar a gusto y en el último semestre abandonó la carrera para comenzar Microbiología. 

Desde ahí, una maestría, un doctorado, investigaciones… Hasta presentar una tecnología para identificar el VIH de manera rápida (para personas del sur de África, solo sirve ahí por razones genéticas) que le valió el premio nacional Clodomiro Picado en Tecnología (fue la primera mujer en conseguirlo en esta rama, en 2012).

Ya de vuelta en Costa Rica entró a trabajar en la Academia: como investigadora en el laboratorio de Nanotecnología del Tec, y como directora de Investigación de la Universidad Latina de Costa Rica.

Pero volvió a marchar hacia su país de adopción, donde creó una empresa de nanotecnología junto a su hermano, ingeniero. Se complementan a la perfección, pues Sindy elabora las ideas y Juan busca la manera de ponerlas en práctica. Ahora están trabajando en la elaboración de una batería 100 % reciclable para los carros eléctricos, los avances son prometedores.

Y es que su en su búsqueda de soluciones siempre tiene una cosa en mente: el Medio Ambiente. Ciencia con conciencia.

Sindy Chaves, ciencia con conciencia.
(Visita el Instagram de la autora)

Fuiste la primera mujer en obtener el premio Clodomiro Picado en Tecnología (en Ciencia antes sí lo ganaron otras tres mujeres) ¿Qué sentiste al recibir ese galardón?

Para mí fue un honor, y no me lo podía creer, porque pensé que mi proyecto era bueno, pero muchas veces uno aplica para estas cosas y quiere ganárselas, pero a veces no pasa.

Yo había aplicado anteriormente al Premio Nacional Jorge Manuel Dengo, en 2011, y no lo gané, se siente muy feo cuando uno no gana. Volví a aplicar en 2012, para el Clodomiro Picado, y lo gané. 

Me motivó el hecho de que mi hermano ya lo había ganado en 2010. Si él lo consiguió por su proyecto, yo también podía con el mío. 

Me sentí muy feliz y orgullosa. En ese momento no sabía que era la primera mujer que lo estaba ganando en Tecnología. Con mucha más razón me sentí motivada, el hecho de saber que esto iba a motivar a más personas, sobre todo mujeres (de hecho después ya lo han ganado otras mujeres), a que participaran para esta categoría, porque muchas veces hacemos las cosas; y sobre todo yo que estoy en el área de microbiología, o biología molecular y nanotecnología siempre pienso que lo que estoy haciendo es más que todo en ciencia, y no nos damos cuenta todas las aplicaciones que tienen lo que hacemos para el área tecnológica.

El día que recogió el premio Clodomiro Picado, acompañada de su madre.
(Foto: Cortesía).

También lo ganó tu hermano. ¿De dónde os viene ser una familia de investigadores?

Mi hermano y yo somos los científicos de la familia. Mi mamá es matemática, mis dos hermanas estudiaron para ser profesoras de matemáticas. Él es ingeniero y yo caí en el área de las ciencias, pero él y yo siempre hemos buscado una manera, cuando yo tengo como preguntas y él siendo ingeniero, le hablo de los temas y él me dice: «lo podemos hacer de esta manera», entonces siempre hemos vinculado nuestros proyectos de una manera bonita, y hemos trabajado juntos en varios. El hecho de que él ganara el premio me hizo pensar que yo también podía. Es una competencia que tenemos interna a nivel familiar, bastante sana…

Este premio te lo llevaste al desarrollar un método de muy bajo costo para la detección del VIH. ¿Qué supuso ese avance?

Ahora estás en California. Has tenido que salir del país para seguir avanzando en tu carrera profesional. ¿Costa Rica cuida a su ciencia, y qué hace falta para retener talentos como el tuyo en el país?

Sí creo que Costa Rica cuida su ciencia hasta cierto nivel, se ha ido avanzando muchísimo. De hecho yo, desde que regresé a Costa Rica en 2013, hasta que volví a EE UU en 2019, vi que hubo muchísimo cambio, sobre todo en el tema de financiamiento hacia proyectos de calidad de ciencia y tecnología.

Al volver al país me dijeron que aplicara por los fondos de inserción del Micitt. Llegué a Costa Rica queriendo hacer muchas cosas, pero tenía varias cosas en contra. Mucho de ello fue el hecho de que toda mi carrera fue hecha en EE UU, entonces tenía que empezar por convalidar títulos, que toma mucho tiempo y dinero.

Fui a aplicar al Micitt por los fondos de inserción, que supuestamente estaban ahí para científicos o personas que estudien en el extranjero y se quieren reincorporar, pero no había. Fue un poco frustrante.

Pero encontré apoyo en el Tec, que me contrató como profesora visitante y ahí trabajé por varios años en su laboratorio de nanotecnología. Avanzamos mucho, cuando estábamos ahí aplicábamos por fondos más que todo con empresas, queríamos hacer esa triangulación con la Universidad, el Gobierno y la empresa privada. Tuvimos el apoyo de varias personas, incluyendo la empresa Etiprés, que nos financió un proyecto también con Corbana, que financió otro.

Ahí íbamos trabajando de la mano, y muy bien. Eventualmente, cuando ya nosotros queríamos empezar a financiar nuestros proyectos, como el que estamos trabajando ahora, pues sí encontramos bastante problema porque lo que falta todavía en Costa Rica es crear el pensamiento de incorporar lo que es la propiedad intelectual como algo tangible.

Eso pasa mucho en EE UU y en Europa, que uno va con una idea y te dan el financiamiento, por medio de inversores, o de préstamos a ciertos agentes. Eso no lo encontramos en Costa Rica.

Cuando uno va con una idea, con un potencial prototipo, eso aquí no tiene valor. Lo que tiene valor es dónde estás trabajando, si hay un laboratorio respondiendo de por medio, ojalá nacional, o de una universidad. Pero vos como empresa, como que querés hacer un emprendimiento científico o tecnológico, es un poco difícil.

¿Es esa la parte más difícil?

Ahí es donde yo siento que a nosotros todavía nos falta un poco avanzar para poder retener el capital humano, porque muchas veces nosotros creemos que saliendo, entrenándonos y queremos y hacemos todo el esfuerzo por regresar, muchas veces las puertas no están ahí abiertas; y por mucho que trata de abrirlas uno solo es complicado, a no ser que uno tenga las conexiones necesarias para poderlo hacer. Siento que en eso a Costa Rica le falta crecer.

Siempre, cuando daba mis charlas en Costa Rica, decía que en el país sí se pueden hacer las cosas, el punto es qué tan rápido podemos acelerar eso.

La microbiología es la pasión de esta Tica Poderosa (Foto: Cortesía)

Muchas veces, en los avances tecnológicos, estamos corriendo contra el tiempo. Hay muchísimas otras personas tratando de hacer lo que uno está haciendo, y el tiempo que se pierde en la burocracia es muy valioso para el desarrollo tecnológico. Sí creo que eventualmente vamos a llegar ahí, y creo que entre más haya personas como yo, que estamos presionando y presionando para que Costa Rica se desarrolle de esa manera, más va a haber una apertura a nivel de Gobierno, en el área pública, para poder tener ese tipo de desarrollo, y este tipo de colaboraciones, porque muchas veces también dependemos de la colaboración y la disponibilidad de las personas a colaborar. 

Y ahora, el gremio en el área científica está viviendo que sí es necesaria esta parte de la colaboración, porque no todos tenemos el capital, los recursos para desarrollar lo que queremos. Creo que con las nuevas generaciones de científicos, eso va a ir mejorando.

Hoy más que nunca se está demostrando la importancia tanto de la colaboración, como de la inversión en Ciencia. ¿Crees que vamos a aprender algo de todo esto?

Estudiaste en EE UU ¿En qué te ayudo salir, estudiar fuera e iniciar allá tu carrera profesional? ¿Por qué decidiste volver en 2013 a Costa Rica?

Yo salí de Costa Rica no por mi decisión sino porque mi mamá recibió una beca del Conicit para estudiar su maestría y después el doctorado en EE UU. Entonces yo salí de Costa Rica a los 12 años, y todos mis hermanos.

Me tocó terminar el High School, hacer el Bachillerato, Maestría, Doctorado acá en EE UU.

Una persona tica que vive fuera de Costa Rica pasaba siempre muy conectada a lo que pasaba en el país. En esta época, cuando llegamos a EE UU, todavía no había Internet. El correo electrónico fue muchos años después. Yo recuerdo todavía, estando en la Universidad, la primera vez que logré leer La Nación en la computadora. Todas las noticias las de mis amigos, o de mi abuelita… Para nosotros eso fue muy bonito.

¿Por qué decidiste volver a Costa Rica?

¿Por qué te fuiste esta vez? ¿Qué es lo que estás haciendo?

Mi hermano y yo siempre hemos trabajado juntos, en muchos de los proyectos y las loqueras que se nos ocurren a veces. La última es que empezamos una empresa con un grupo de colaboradores de Londres.

Teniendo ya varias experiencias en el pasado de querer emprender, sabíamos que nosotros estábamos muy bien en la parte de desarrollo, en la parte científica, pero siempre nos hacía falta la parte de marketing, y las personas que nos ayudaran en esa parte.

Por eso decidimos tener esa colaboración con esas personas que conocimos del Reino Unido. Empezamos una empresa en 2018, Global Nano Network. La empresa lo que queríamos tener es una manera, una plataforma, de poder desarrollar avances tecnológicos, pero siempre pensando en el medio ambiente.

Venimos de Costa Rica, para nosotros el medio ambiente es muy importante, y sabemos que muchas veces los desarrollos tecnológicos no siempre van de la mano con el bienestar del medio ambiente.

Esta empresa se encarga de eso: ¿Cómo podemos hacer tecnología verde? Siempre lo llamo ‘Ciencia con conciencia’, hacer ciencia sabiendo que lo que nosotros puede repercutir directamente en el medio ambiente.

Ahora estamos viendo con la pandemia todas las cosas que han resultado al estar los seres humanos en nuestras casas. Por ejemplo, aquí en Los Angeles es un espectáculo ver las montañas sin tener ese montón de contaminación. Ya veíamos venados caminando por las calles, los pájaros… Muchas cosas que pasan solamente porque nosotros dejamos nuestra huella en lo que realizamos.

¿La empresa investiga una batería eléctrica 100 % reciclable?

¿Que momentos consideras claves en la decisión de seguir la carrera que escogiste, y para convertirte en lo que eres actualmente?

Primero, el hecho de que tuve siempre profesores que me apoyaban muchísimo. Cuando empecé a estudiar microbiología no sabía en realidad qué es lo que quería hacer, si hacerlo más por la parte clínica, o por la de investigación. Tuve profesores que me fueron guiando y me decían: «si le gusta la parte clínica pruebe, pero la veo mucho en investigación, porque se le ocurren ideas creativas, resolver los problemas…». Siempre me estaba haciendo preguntas. Ellos me apoyaron muchísimo. Cuando terminé la Maestría, mi profesor tenía muchísimos proyectos con quien después fue mi profesor asesor en el Doctorado, entonces él me ayudó mucho para poder seguir en la carrera.

Cuando terminé la Maestría me puse a trabajar inmediatamente, y mientras lo hice, tenía un buen trabajo, pero cuando uno empieza a ganar después de estudiar dice: «Aquí estoy, ya lo hice, hasta aquí llegué», porque ya te sientes bien económicamente, después de estar con problemas económicos muy serios al principio, entonces no quería seguir estudiando; hasta que otra vez llegó mi mamá y me dijo: «Usted se puede quedar ahí si quiere, pero yo siento que debería sacar el Doctorado, sobre todo si está en el área de investigación».

Ya empecé a aplicar, pero con ganas de que no me dieran nada. Entonces, uno de los lugares donde apliqué fue en el laboratorio de esta persona. Inmediatamente, al ver mi aplicación, me dijo que me fuera a hacer el Doctorado con él. 

Ya ahí me apoyó mucho, prácticamente el aprender a patentar innovaciones se lo debo a él, el hecho de crear ciencia no solo para publicar, sino también para ver prototipos. Él me enseñó lo que era la ciencia que uno puede tocar. Eso me motivó muchísimo, porque vi que como científicos nosotros podemos resolver problemas, no solamente dando información básica para la literatura, sino que yo también puedo generar cosas que se pueden aplicar inmediatamente en el mercado. Entonces, él fue el que me enseñó eso y me abrió la puerta para ir generando este tipo de proyectos.

Y a la vez el hecho de que tenía a mi hermano trabajando conmigo, porque al ser él el ingeniero yo tenía las ideas y él tenía la visión concreta de cómo iba a ser, también jugó un papel muy importante en la persona en que soy yo.

Cuando regresé a Costa Rica mi hermano estaba ya aquí, trabajando en el TEC, y me apoyó mucho para poder trabajar juntos. En todos los proyectos, el financiamiento era él quien se ponía a buscarlo. Esa relación me llevó también a ser la persona que soy hoy, hasta ese proyecto de emprendimiento que lo llevamos juntos.

Han sido varias personas que me han ayudado, y también el hecho de querer también hacer la vida personal. Cuando me fui a Costa Rica yo quería una familia, pero no sabía en qué momento lo iba a tener. En ese momento conocí al que es hoy mi esposo y entonces todo se fue acomodando muy bien. Él también está en el área en que trabajamos, es ingeniero electrónico, me ha apoyado muchísimo en que yo siga adelante. Es de los que me dicen que emprendamos, siempre me ha dado mucho miedo eso, siempre tenía un trabajo estable y el hecho de que tengo su apoyo me ha ayudado muchísimo a poder seguir adelante y tener esa seguridad de que lo que yo hago puede llevar a cosas más grandes. Lo conocí en Costa Rica, pero es mexicano.

¿Y los momentos más difíciles, cuáles han sido?

Cuando perdí a mi papá ya estaba por graduarme, en mis primeros años de universidad. Para mí eso fue muy difícil porque él estaba en Costa Rica, nosotros estábamos acá y no poder verlo hasta que llegamos al funeral para mí hasta el día de hoy es muy duro. También el pasar por un proceso de divorcio mientras estaba estudiando.

Uno se empieza a cuestionar si en lo que está se puede hacer el balance de familia con la carrera, que es sumamente demandante en temas de tiempo.

También el tema de que cuando estás en esto te rechazan mucho: papers, financiamiento… Empezar a crear esa madurez emocional para poder afrontar el rechazo de una manera en que uno diga: «Qué voy a aprender de esto» sin que te cause un camanance a tu auto estima es un poco complicado.

Ya después, con la madurez que uno va adquiriendo, se da cuenta de que es parte de, pero en ese momento para mí era devastador el rechazo: pensaba que tal vez no era para mí, que no era lo que yo tenía que hacer, me equivoqué… 

Otras cosas es el aprender que las oportunidades vienen solo una vez y hay que saber tomarlas y aprovecharlas. Sí he pasado por momentos difíciles, pero al final si tuviera a mi yo de 25 años a la par, le diría: «Siga, porque al final del camino todo va a tener sentido». Son cosas que te motivan, pero también te causan dudar de las capacidades, pero todo son aprendizajes. Esos tragos amargos que uno pasa son importantes.

Uno llega muy ingenuo, en esta área quieres resolver problemas y hacer la vida de las personas más fáciles. Cuando uno hace desarrollos muchas veces hay grupos muy fuertes que no quieren ver tu desarrollo en el mercado, porque al final estás exponiendo cosas que no deberías, el saber que muchas veces uno tiene la mejor disposición para hacer cosas y que hay grupos que no les interesa ver el bienestar  de las personas es muy duro, y es muy fuerte saber que la humanidad tiene gente que piensa así.

Al final uno aprende, tal vez no era el lugar y busca sitios donde a uno le puedan ayudar, e irse levantando y aprendiendo.

Junto a la leyenda costarricense, el astronauta Franklin Chang (Foto: Cortesía)

A tu yo de 25 años le dirías que siguieras por ese camino. Pero, si pudieras volver a empezar en algún punto ¿Harías algo de forma diferente?

No escogería una carrera diferente. Pero si tuviera a mi yo de 25 años le diría: «¿Te acordás de aquella oportunidad? Mejor la tomás». Tuve la oportunidad de poder ir a trabajar a un laboratorio en Suiza y tal vez por temor, ir a un país tan lejos, si lo podría hacer o no… Es una de las cosas de las que me arrepiento, porque en ese momento estaba soltera, no tenía hijos, y era el momento para hacerlo. Hasta el día de hoy me digo ¿Y si me hubiera ido? ¿Cómo hubiera cambiado la historia? Al menos hubiera tenido esa experiencia de vivir en otro país, sola; porque ya con familia y con hijos es muy complicado. Es importante considerar que las oportunidades vienen una vez y muchas veces el miedo nos hace no tomarlas, y yo siento que eso es algo de lo que me arrepiento y le diría a mi yo joven que se fuera un par de años.

En tu campo ¿Te has sentido alguna vez en desventaja por el simple hecho de ser mujer?

¿Qué puede enseñar tu carrera a las niñas y mujeres costarricenses?

Lo que yo quisiera dejarles es el hecho de que, primero, lo que tengan en su mente lo pueden lograr. Que por más loca una idea parezca, si tiene fundamento, se puede explotar. El hecho del miedo. 

Después de esta oportunidad de Suiza leí una frase de Marie Curie que dice «nada en la vida debe ser temido, solo entendido. Ahora es el momento de entender más, para temer menos», es mi frase favorita. Así es como he tratado de vivir mi vida profesional, y mi vida personal. Es el hecho de que tenemos que dejar el miedo atrás. Yo le tenía miedo a las matemáticas terriblemente, por eso tal vez siempre dudé de una carrera en ciencia, aunque en mi mente no se me ocurría que economía también llevaba muchísima matemática. Yo huía a la ciencia precisamente porque no era buena en matemáticas, mis hermanos eran excelentes. Tal vez mi miedo por eso me detenía me detenía de escoger la carrera que luego hice, y sin embargo me di cuenta que sí pude, con bastante estudio y dedicación lo logré hacer.

Lo que quiero proyectar es el hecho de que yo no soy una persona que viene de una familia adinerada, no soy una persona que es súper buena en matemáticas, que en su niñez fuera muy abierta a hablar… Tuve que ir trabajando en esas cosas en el transcurso de mi vida, he ido aprendiendo, y me he dado cuenta que, de verdad, con esfuerzo y dedicación y de verdad teniendo la mente clara en lo que yo quiero, en mi meta, sí se logra, y sí se puede.

Acabas de hablar de las matemáticas, y como fue una barrera al principio. ¿Cuál es la importancia de la educación en STEM, y cómo debe potenciarse en Costa Rica, especialmente hacia las niñas?

Es súper importante, sobre todo en Costa Rica donde las mujeres en general tenemos la carga del cuidado de nuestros seres queridos. No voy a generalizar, porque hay muchos hombres que también lo tienen, pero en el transcurso de nuestras generaciones así ha sido.

Cuando yo regresé a Costa Rica yo tuve al cargo a mi abuelita. Una de las razones por las que estuve ahí fue por eso, porque ella fue la que nos cuidó cuando estábamos chiquititos, porque mi mamá estudiaba y trabajaba. Al final, una de las cosas que me impulsaron a regresar fue el hecho de que yo quería cuidar de ella.

Siento que las mujeres, y sobre todo en zonas rurales, tenemos ese chip impuesto en nuestra mente de que nosotras vamos a ser las que vamos a cuidar de nuestros papás, de nuestros abuelitos, en el futuro.

Tener una carrera que demanda tanto tiempo es un poco complicado, porque ¿Cómo voy a cuidar de mi familia si tengo que salir a estudiar? Tengo que ir a trabajar, que proveer ¿Cómo hago? Estas cosas son muy complicadas.