OPINIÓN. Por: Katerine Ramírez González*

En 1975 la Organización de las Naciones Unidas decidió institucionalizar el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer. Para ese entonces y desde hacía más de seis décadas en algunos países europeos se celebraba  esta fecha a partir de la propuesta planteada por la política alemana Clara Zetkin durante la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas realizada en Copenhague en 1910.

Lo anterior sin duda alguna fue un logro. No obstante, es doloroso pensar que a lo largo de toda la historia  -aunque muchas mujeres ocuparon altos puestos- se nos haya negado a las féminas los derechos que los hombres tenían. Sin querer ahondar en las razones sociológicas de esa situación y sin ánimo de provocar una discusión bizantina, lo cierto del caso es que las mujeres no somos ni biológica, ni mentalmente inferiores a los varones. Todas y todos somos seres humanos, y más allá de las evidentes diferencias de género, no existen -si dejamos de lado los prejuicios-  aspectos racionales para sostener lo contrario.

Hecha esa aclaración, es importante destacar que en el caso de Costa Rica pese a que desde 1949  en la Carta Magna se nos dio el legítimo derecho al voto y a optar por puestos de elección popular, y a que en los últimos años debido a la acción positiva se nos han abierto espacios siendo cada vez mayor el número de nosotras en  diversas instancias de gobierno, la verdad es que el modelo de la sociedad costarricense todavía nos frena en el sentido de que la mujer según algunos, cuando participa en política pierde su feminidad. Eso es a todas luces absurdo. La política como cualquier otra actividad la puede realizar quien sea, siempre y cuando tenga claro el compromiso de hacer bien las cosas dentro del marco de la ley y buscando el beneficio colectivo.

Me enorgullece ser una de las nueve mujeres que en los pasados comicios municipales ganaron las elecciones en los cantones donde se postularon, pero me preocupa a la vez que con relación al 2016 somos tres menos las electas sobre un total de ochenta y dos municipalidades. Confío que en las próximas elecciones nacionales más mujeres lleguen al Congreso y que en 2024 se incremente el número de alcaldesas, no porque tengamos una sensibilidad diferente o seamos especiales, sino porque es lo justo tomando en cuenta que con respecto al total de la población costarricense somos la mitad de los habitantes, y porque además académica y políticamente somos tan capaces como los varones.

En esta fecha que como muchas otras fue creada con el fin de despertar conciencia, en mi condición de madre, política y educadora, rindo homenaje sincero a todas las mujeres del mundo, de Costa Rica y  especialmente de mi cantón, porque reconocidas o no por la generalidad de la sociedad, hemos dado luchas enormes, no para sojuzgar a nadie sino para reivindicar con justicia los derechos que como seres humanos todas y todos debemos gozar, y hago míos sin pretender imponérselos a nadie, los pensamientos de la célebre escritora y periodista italiana Oriana Fallaci, que casualmente en el año en que la ONU institucionalizó el 8 de marzo como Día  Internacional de la Mujer, expresó en un corto pero desgarrador libro titulado “Carta a un niño que no llegó a nacer” algunas ideas que me han marcado. Cito por ejemplo dos pasajes de la obra en mención   -cuando ella sin saber si la criatura que tenía en su vientre era niña o varón- y le entablaba diálogos imaginarios: “Quisiera que fueses mujer… Ya sé, nuestro mundo es un mundo fabricado por los hombres para los  hombres; la dictadura de ellos es tan antigua que se extiende hasta las palabras… Y sin embargo, o tal vez justamente por esto ser mujer es fascinante. Constituye una aventura que requiere considerable valentía, un desafío que nunca llegará a aburrir.” Más adelante,  ya pensando que esa vida que tenía dentro de sí podía ser un niño, le decía: “Pero si naces varón me sentiré igualmente contenta. Y tal vez más porque te verás libre de muchas humillaciones, de muchas servidumbres, de muchos abusos. Si naces hombre, por ejemplo, no deberás temer que te violenten en la oscuridad de una calle. No deberás valerte de un bonito rostro para que te acepten al primer vistazo, ni de un bello cuerpo para esconder tu inteligencia. No serás objeto de juicios malévolos cuando duermas con quien te guste, ni oirás decir que el pecado nació el día que cogiste una manzana….Naturalmente, te corresponderán otras esclavitudes, otras injusticias;  tampoco para un hombre es fácil la vida ¿sabes?. Dado que tendrás músculos más duros te pedirán que lleves pesos más gravosos, y te impondrán responsabilidades arbitrarias. Puesto que tendrás barba, se reirán si lloras y hasta si necesitas ternura… Y, sin embargo, -o precisamente por eso- ser hombre constituirá una aventura maravillosa, una empresa que no te decepcionará jamás. Por lo menos, así lo espero, porque si naces varón confío en que seas un hombre como siempre lo he soñado: dulce con los débiles, feroz con los prepotentes, generoso con quien te quiere, despiadado con quien te manda…”

De más está decir que también este 8 de marzo rindo homenaje a los hombres que han tenido la sensibilidad de entender que las luchas de nosotras están orientadas a crear un nuevo orden mundial donde sean los sentimientos y no la fuerza los que hagan mover los engranajes de la historia.

*M.Sc. Katerine Ramírez González,
alcaldesa electa de Palmares para el periodo 2020-2024