Vivo en un país donde por el solo hecho de haber nacido con un pene entre mis piernas el mundo me ha abierto las puertas.

Por: Pablo Sandoval

Sé que por ser mae puedo caminar por las calles sin temor (más que al de un asalto como a cualquiera), sabiendo que la posibilidad de que me digan algún improperio es un poco menos que nula, donde no van a querer tocarme de manera sutil mi trasero o gritarme “rico papi”, entre otros miles de bellos piropos que constantemente escuchamos en la calle. Nunca me dirán que por andar vestido como ando “me lo he buscado”. Es difícil que mi pareja me agreda porque “perdimos el clásico”.

En mi mundo, tristemente, sé que ganaré más en un empleo que una mujer, que a la hora de aplicar por un puesto nunca me preguntarán ¿Piensa embarazarse pronto? (conozco el caso de una compa que le preguntaron eso el mismo día de su entrevista de trabajo). Las posibilidades de que mi superior me ofrezca un mejor puesto por pasar una noche conmigo son casi nulas.

Tengo “la suerte” de poder viajar solo y tener una altísima probabilidad de que nada malo me pase y eso que por descuidado he terminado en lugares realmente peligrosos, pero así flaco, escuálido y todo tengo la ventaja de ser hombre y eso en este mundo pareciera es como un escudo protector.

Pues solamente quisiera que mi mundo no sea solo para mí y para quienes nacimos con un pene, quisiera que mis primas, mi ahijada, mi novia, mis hermanas (si las tuviera), amigas, conocidas o cualquier otra mujer pueda disfrutar del mismo mundo en el que la sociedad me ha creado. Que sepan lo que es tener esos privilegios y ser consideradas al igual que nosotros ciudadanos de primera y no de tercera o cuarta como hasta el día de hoy.

De nosotros como maes es la responsabilidad de cambiar esto y crear un mundo en donde TODAS y TODOS podamos vivir tranquilos, fortaleciendo las cosas que nos unen y de nuestras diferencias aprender aún más.

Ese es el mundo que quisiera.