¿Por qué decimos sirvienta sin líos con el lenguaje, pero hacemos todo un debate si usamos el vocablo gerenta?
Por: Renata Infante*
Mi primera reacción fue de risa, cuando vi la cara de este ejecutivo mientras repetía al menos tres veces en cinco minutos la frase: “Yo no soy una chica superpoderosa”. Su frente fruncida por la indignación y su cara de frustración bien podría haberse convertido en un meme viral.
Y es que tiene razón, entré en empatía con él, pero fue un poco difícil que él sintiera lo mismo por mí cuando mi respuesta fue: “Claro, te entiendo. Yo me siento igual cuando estoy en una reunión y dicen: Gracias a todos por estar aquí” o “Bienvenidos a todos”. Inicialmente mi respuesta pareció no convencerle, intentando justificar que el uso de todos me incluía a mí también. Pasamos de una conversación que fue desde la filosofía, la ética, los derechos humanos y la filología.
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El uso del adjetivo calificativo “Chicas Superpoderosas” era utilizado en un WhatsApp corporativo de la empresa a la que pertenecía mi invitado a tomar café. Este canal de comunicación oficial pretendía transmitir mensajes relacionados con temas de diversidad e inclusión con enfoque de género y, para ello, habían incluido (como debe ser) a hombres también. No obstante, la opinión de mi acompañante vespertino es que esa comunicación estaba siendo contraproducente para el propósito supremo que dicho chat tenía.
Y es que es muy interesante cuando alguien que siempre ha ostentado el lugar de poder siente que lo está perdiendo por dar lugar al otro o, en este caso, más bien a la otra. Es además la sensación de ser puesto en un lugar que no le corresponde, donde no es nombrado y reconocido.
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Mi impertinencia oportuna y el lugar de privilegio que ostento hace que el ser nombrada y reconocida no sea un tema para mí, así que me nombro a mí misma y a las otras. Les doy voz en espacios virtuales y físicos y trabajo cotidianamente para que otras se atrevan a ocupar los lugares simbólicos o reales que les han sido vedados.
Pero bueno, el tema también se apega a la filología y a la debatida RAE. Siendo respetuosa de las reglas del lenguaje, como algunas personas dicen que soy, en algunos casos me gusta ser disruptiva y subversiva en el uso del idioma sobre todo cuando de nombrar a las otras se trata.
¡Es un acto político!, dijo una estudiosa del lenguaje alguna vez y eso me hizo todo el sentido del mundo. ¿Por qué decimos sirvienta sin líos con el lenguaje, pero hacemos todo un debate si usamos el vocablo gerenta? ¡Es un acto reivindicativo!, agregué.
*Psicóloga especialista en equidad de género y derechos humanos