Cuando una mujer tiene un hijo, la brecha de género en la ocupación de puestos de trabajo aumenta hasta llegar al 19,3 puntos porcentuales. La maternidad penaliza las carreras laborales para el 70,6% de las mujeres.
por Elena Galante Marcos*
La mujeres latinoamericanas y caribeñas dedican más del doble de horas que los hombres a responsabilidades domésticas y de cuidado no remuneradas y esta brecha se intensifica en hogares con niños menores de cinco años. Esta es la realidad hoy, muy relacionada con el cuidado y dedicación maternales, sobre todo cuando los hijos son pequeños.
Según un estudio elaborado por Forética, cuando una mujer tiene un hijo, la brecha de género en la ocupación de puestos de trabajo aumenta hasta llegar al 19,3 puntos porcentuales. La maternidad penaliza las carreras laborales para el 70,6% de las mujeres, por lo que es uno de los lastres para el progreso laboral femenino y uno de los mayores retos a los que se enfrentan las empresas que buscan acabar con estos desequilibrios.
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La maternidad es, desde mi punto de vista, la mayor revolución que puede experimentar una mujer en su vida. Es una revolución física, hormonal, psicológica, organizativa, personal y social. Es un meteorito maravilloso que impacta allá por donde pasa cambiando todos los paradigmas previamente establecidos. Cada mujer lo vive a su manera, pero a ninguna la deja igual.
Con la maternidad nacen dos nuevas personas: el bebé y la madre.
Todos los esfuerzos por garantizar un desarrollo sano, físico y mental del nuevo bebé, se convierten en la primera responsabilidad social de la nueva madre y su pareja (si la hay). Sobre todo, durante los primeros años de vida.
Si bien la responsabilidad de los hijos es de sus progenitores, existe una corresponsabilidad social de lo que podríamos llamar ‘El Sistema’ (gobiernos y empresas) para que esos futuros ciudadanos y profesionales, crezcan de la manera más saludable posible y se desarrollen en todo su potencial.
También hay que ‘cuidar al que cuida’, por eso son necesarias herramientas de apoyo a las mujeres madres, para que sigan desarrollándose como personas y profesionales a la vez que ejerciendo su responsabilidad sobre ese nuevo ser en su primera etapa de vida. Y por supuesto las mujeres, cada una de nosotras, debemos trabajar por autogobernarnos y desarrollar nuevas herramientas en esta nueva etapa.
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Escribiendo estas líneas, lo hago desde el convencimiento de que la maternidad y la paternidad se ejercen por igual. Esta columna no se refiere a cómo ayudar a las madres para que mantengan su rol de ama de casa o crezcan profesionalmente, o retomen su vida social, o adopten roles masculinos, o se conviertan en super womans. Esta columna pretende reflexionar acerca de lo que las empresas y las mujeres podemos hacer para vivir una maternidad consciente y feliz, que permita acompañar el crecimiento de niños sanos, mientras nos sentimos seguras y realizadas en nuestros trabajos.
Siguiendo este objetivo, ¿qué acciones, adicionales a las definidas por ley en cada país, pueden desarrollar las empresas para apoyar a las nuevas madres y sus bebés durante los primeros años?
Empresas conscientes
BAC CREDOMATIC es una de las empresas latinoamericanas comprometidas con este objetivo. El 55% del total de sus colaboradores son mujeres, de las cuales más del 80% están en edad de tener hijos. También hay una alta población de hombres jóvenes que tienen familia o quieren llegar a tenerla. Por ello han diseñado el programa Hermoso Comienzo. Según Jessica Mora, Chief Experience Officer y directora regional de Sostenibilidad, “el programa busca dar un acompañamiento a padres y madres de la organización. Incluye acompañamiento en temas emocionales (ante tantos cambios que conlleva), nutricionales (durante el embarazo y lactancia), apoyo de fisioterapeutas y ejercicio físico para las recientes madres, entre otras cosas. Además, la nueva madre contará con un ‘padrino o madrina’ de la organización quien le brindará un acompañamiento cercano y el programa aplica tanto a familias por nacimiento natural como por proceso de adopción”.
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Programas de este tipo son cada vez más frecuentes en las grandes corporaciones y es posible acompañar el reto de la maternidad desde empresas de cualquier tamaño a través de acciones como las siguientes:
- Extensión del período de descanso por maternidad antes del parto, para asegurar un parto a término que no se vea afectado por razones de estrés o agotamiento físico.
- Respetar el periodo de maternidad y lactancia después del parto, para procurar la recuperación de la madre y los cuidados maternos que el bebe necesita para su desarrollo.
- Habilitar salas de lactancia en las instalaciones de la empresa.
- Identificar a las mujeres madres como un grupo de interés específico dentro del grupo general de empleados, con el objetivo de mantener un espacio de diálogo directo y continuo que permita conocer sus expectativas y necesidades.
- Crear grupos internos de empleadas madres, que sirvan como espacio de intercambio de experiencias, apoyo y crecimiento personal y profesional.
- Ofrecer coach o talleres inspiracionales a las mujeres madres interesadas en trabajar aspectos personales que puedan contribuir a un mayor rendimiento personal y profesional: gestión del tiempo, organización, autoconfianza, manejo de emociones como la culpa o la autoexigencia, etc…
- Creación de grupos de hombres padres para apoyar y reflexionar acerca de sus roles y responsabilidades.
- Flexibilidad de horario, teletrabajo o uso de ‘banco de horas’, modalidad que permite que la persona trabajadora haga uso de su tiempo respondiendo a las responsabilidades profesionales de forma tal que las horas de más o de menos trabajadas cada día van computando en un banco de horas que registra el tiempo de trabajo.
- Alianzas con guarderías y centros de cuido cercanos a la empresa.
El principal beneficio para la empresa, de la aplicación de este tipo de políticas, es la atracción y retención del talento femenino con experiencia profesional y el alto compromiso que genera con la empresa, un mejor clima laboral en general y mejor percepción de su imagen y reputación. Además ya sabemos que contar con una fuerza laboral diversificada favorece la innovación y mejora la productividad.
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Más de 100 millones de mujeres forman parte de la fuerza de trabajo en América Latina y el Caribe, la mayor parte concentrada entre los 25 y los 49 años.
Este rango de edad está dentro del periodo fértil de la mujer según la Organización Mundial de la Salud y Latinoamérica tiene la segunda tasa más alta de embarazos en el mundo.
Estas cifras reflejan el potencial y el gran impacto social que puede tener las medidas enfocadas al ejercicio de la maternidad desde el mundo corporativo.
Al fin y al cabo, estamos hablando del bienestar de un gran porcentaje de la población.
*Asesora en Sostenibilidad y gestión de la Responsabilidad Corporativa