La cineasta costarricense reflejó en su película ‘El despertar de las hormigas’ un tipo de machismo que no es el de la violencia explícita, sino una presión silente por la maternidad que viven millones de mujeres en todo el mundo.
Por: Daniel Zueras
Antonella Sudasassi es una directora de cine muy particular, pues no tiene una televisión en su casa. Eso no le ha impedido que haya sido la primera cineasta centroamericana (hombre, o mujer) en ser nominada a los premios Goya (los premios más importantes de la cinematografía en español) por su película ‘El despertar de las hormigas’ (2019), que además le ha valido 11 nominaciones para los premios Platino del cine latinoamericano.
Pisar la alfombra roja de los Goya en Madrid ha puesto en alto a Costa Rica, dando una luz al cine de la región, donde hay muchas historias por contar, pese a la escasez de recursos.
Pero hubo momentos de dudas, el ‘no’ fue la palabra que más escuchó sobre su proyecto durante tres años y medio. La fuerza de voluntad se convirtió en su compañera indispensable para poder sacarlo adelante.
Creció en una casa en Guadalupe, en una familia numerosa (son cinco hermanos) jugando entre árboles, a escondidas con sus primos, callejeando con la bici… Al ser tantos en casa, apenas pisaban una sala de cine, pues era muy caro ir todos a ver una película.
Hasta que no llegó a la Universidad de Costa Rica (UCR) no se le encendió su pasión por el celuloide. Siempre le gustó contar historias, pero hasta su tercer año en comunicación no vio que quería estar detrás de una cámara.
En la UCR pudo hacer un corto, mostrándolo por diversas comunidades del país, y ahí fue cuando se decidió por dar pasos adelante en su carrera.
Cuando supo lo que quería, fue directamente a por ello, y para eso ha transitado por varios países, como Alemania y Chile, un camino que la llevó de vuelta a Costa Rica, para hacer lo que más ansiaba.
Con su cine pretende contar a la sociedad lo que viven las mujeres día tras día. El machismo imperante en la sociedad.
¿Cómo fue la génesis de ‘El despertar de las hormigas’ y cómo ha ido avanzando?
El despertar de las hormigas es un proyecto contado en tres partes. Cada una de las películas trata una historia de una mujer en las diferentes etapas de la vida.
Hubo un cortometraje antes, que retrataba la niñez. Luego el largo que estamos hablando, y luego está un documental que retrata la adultez.
Un poco la idea de todo el proyecto es hablar de qué significa ser mujer, y sobre sexualidad femenina, en un sentido muy amplio, entendido desde un lugar desde donde todas las mujeres tenemos derecho a una sexualidad plena, sana.
Esa tercera parte ¿Cuándo se va a dar?
Está en desarrollo. Estoy ahora con las protagonistas, generando los testimonios. Es un documental que se está planteando un poco distinto. No las vamos a ver a ellas en cámara nunca, para mantener la mayor intimidad. De una u otra forma vamos a hacer un documental bastante sensible y sensorial.
Estamos buscando financiamiento. Creo que la película es un gran precedente del trabajo que podemos hacer, y espero que sirva de referencia para lo que queremos hacer. Creemos que va a ser una película hermosa.
En la película en sí hablas de esa presión social de la maternidad, del machismo que hay. ¿Es una presión que se siente a diario en el país?
¿Crees que las nuevas generaciones están rompiendo estos paradigmas?
¿Cuáles crees que son los micro machismos más habituales, hoy?
Me he dado cuenta de que la violencia sexual es más frecuente de lo que se esperaría. Ni para qué decirte en el documental que estoy trabajando.
En mujeres mayores de 65 años, el otro día entrevisté a 11, y de ellas nueve habían tenido situaciones de abuso en el matrimonio.
También, ya en mi generación, sé de muchísima violencia. ¿Qué son los celos, si no un tipo de violencia? Sentir que la otra o el otro me pertenece. Creo que hay muchísimas violencias que siguen todos los días, que seguimos repitiendo.
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Algo lindo de la peli es que había un concepto que trabajamos que era: los patrones están para cortarlos, que tiene que ver con esta lógica del personaje de Isabel queriendo cortar, literalmente, con sus hijas. Y también esos patrones, esas cosas que tenemos tan interiorizadas que ni siquiera notamos, y cómo cortar con ellas.
¿Has tenido que trabajar en eso contigo misma?
Sí, claro. Sí, porque de alguna u otra forma, lo que siento yo es que todas mis enseñanzas sobre qué significa amar lo aprendí de mi mamá, de mis abuelas, de mis tías… Y era un amor muy maternal: estar ahí para los demás, atender, servir, complacer. En algún momento de mi vida yo también me di cuenta que yo estaba repitiendo eso. Por ejemplo, en mis relaciones de pareja, yo estaba siempre ahí, siempre para los demás, olvidándome de mí misma.
Entonces, de repente te das cuenta que es en función de ese concepto de amar de forma complaciente, con entrega absoluta, a total disposición… Ese es el personaje de Isabel. Una madre que se da cuenta que de repente existe ella.
Una de las primeras reacciones que tuvimos fue en Alemania, una señora (que uno diría que allí es ya tema del pasado, ya está superado) se me acercó y me dijo: «Hasta que me dio cáncer no me di cuenta que yo era una persona capaz de decirle a mis hijos y a mi pareja que existo». Es eso. Todavía hay mucho recorrido.
¿Con la película se puede educar para terminar con micro machismos, no solo a hombres, sino también a mujeres?
Por tu posicionamiento. ¿Cuántas veces te has tenido que oír la palabra ‘feminazi’ y qué respondes?
El director de cine Rodrigo Cortés dice que hacer una película es una «improbabilidad estadística». ¿Cuáles fueron los principales obstáculos que encontraste?
Sí, sin duda alguna. En Costa Rica es muy difícil hacer cine. No hay plata, no hay una ley que fomente la industria, sobre todo no hay una cultura o una industria cinematográfica.
Lo principal son los fondos, de dónde sacarlos. Desgraciadamente, es un arte bastante caro, que requiere el trabajo de muchísima gente (lo cual es bueno), pero los costos son muy altos.
No es lo mismo pintar o escribir, que lo hace una sola, que hacer una película que necesitás un montón de gente.
Ese es el primer paso. Los fondos de Costa Rica son muy pequeños, con eso no se puede hacer películas, entonces hay que buscar afuera, y ver qué tanto lográs mover el proyecto afuera. A nosotras nos costó levantar los recursos con el proyecto escrito; tuvimos un poco más de éxito cuando ya la película estaba filmada. Nos arriesgamos y con muy poquita plata filmamos la película, y después empezó a tener repercusión.
Esa fue la primera dificultad. Y después está el tema de que no hay cultura cinematográfica. Estamos muy acostumbrados a ver cierto tipo de cine, significa que no hay una audiencia acostumbrada a ver cine diferente, y eso afecta para la distribución.
Aún así, logramos estar un mes en cartelera y eso fue un éxito lindísimo para la película; pero sí hace falta, porque sí esas audiencias puedan ver un tipo de cine distinto, que no sea solo el de Hollywood, superhéroes versión 25.
Cuando hablas de nosotras, ¿quiénes son?
La película es un proyecto conjunto. Yo soy la escritora y directora, pero el equipo estaba mayormente conformado por mujeres, un equipo de más de 20 personas.
Has estado nominada recientemente a los premios Goya (premios del cine español), primera costarricense. ¿Cómo recibiste la noticia de la nominación, y cómo esta ha impulsado a la película?
Ha sido lindísimo, porque realmente no lo esperábamos. Es decir, cómo logra una película como la nuestra, que filmamos con menos de US$40.000, colarse en los Goya, en una categoría (mejor película iberoamericana), donde las otras tres películas (Araña -Chile-, La odisea de los giles -Argentina-, Monos -Colombia-) eran de directores consagrados, que ya llevaban varias películas, con presupuestos en comparación casi que 100 veces más, o más…
En ese sentido, para nosotros fue una sorpresa muy linda. Fue una experiencia súper bonita. Además el hecho de dejar en alto el país, porque sí, es cierto, es la primera película costarricense, incluso centroamericana, en ser nominada. Da una luz al cine de la región.
Se empieza a hablar, se empieza a ver y es lindo. Lo han hecho ya otras películas, estando en Cannes, Berlín, Niza, Sitges (festivales de cine europeos)… Hay un cine que se está haciendo. Hay muchas historias que se quieren contar, y tenemos muchas ganas. A pesar de que no tenemos recursos, no tenemos fondos, ley de cine, etc, aún así estamos haciendo películas.
¿Qué significó para nosotras? Claramente fue primero una experiencia súper vacilona, muy linda, muy extraña, con mucha parafernalia, con mucha grandilocuencia. Pero muy interesante, estar ahí en un evento que estás acostumbrada a ver en tele, y de repente estar ahí viendo a la gente que ves en las series y en las películas.
Y para la película significa también seguir acumulando, seguir generando una trayectoria, para seguirse encontrando con el público. El estar ahí ha querido decir que hemos seguido el recorrido en festivales, que hemos seguido el recorrido en comunidades… Ha sido muy lindo.
En los últimos años empezamos a ver más películas ticas en las salas de cine. ¿Esto quiere decir que hay una industria incipiente, o son esfuerzos muy inconexos?
Hay una semilla de industria. Hay mucha gente haciendo cine con mucha fuerza, y con muchas ganas. Tal vez no con lo necesario: apoyo, fomento… Definitivamente hay una industria incipiente, que quiere crecer, pero falta mucho. Porque somos además un país muy pequeño, entonces es hacer películas que eventualmente se van a encontrar con un público pequeño, etc.
Estamos muchas mujeres haciendo cine, lo cual es una particularidad muy interesante de Costa Rica.
Es lo que el movimiento #MeToo está reclamando: espacios, paridad en selección de festivales, en selección de premios… Este año en los Oscars no había ninguna directora mujer nominada, a pesar de estar varias películas dirigidas por mujeres nominadas a mejor película…
Hay una especie de contradicción en el mundo, donde se trata que sea todo más igualitario, acá en Costa Rica se está dando de muchas formas. Igual hace falta que las mujeres ocupen puestos técnicos. Pero es lindo ser la excepción.
¿Por qué crees que se da esta excepción?
No lo sé. Lo hemos hablado otras veces, con otras directoras, y creo que tiene que ver con un tema acceso a la educación, que en Costa Rica se lleva haciendo un esfuerzo desde el Gobierno de promover una educación gratuita desde hace muchos años. Se están cosechando los esfuerzos de todo ese impulso.
Posteriormente, creo que tiene que ver con las condiciones con las que se hace cine. El otro día me decía una colega que como las películas cuesta tanto hacerlas, ese compromiso suelen asumirlo mujeres (ríe). No sé qué tan cierto sea.
Con respecto al éxito de la película ¿Cómo funcionó?
La película se ha estrenado ya en tres países: Costa Rica, España y Brasil. Además se compraron los derechos en China y EE UU. Sigue abriendo camino y sigue encontrándose con el público. Hemos estado además en más de 50 festivales, que siempre es una oportunidad para mostrar un pedacito de Costa Rica en otro país.
Nos hemos encontrado con bastante público. Aquí en Costa Rica estrenamos en seis salas, y posteriormente tras la primera – segunda semana nos pasamos solo al Magaly (sala de cine ‘alternativo’ en San José) y ahí nos quedamos tres semanas más. Fue una experiencia bonita.
Ahora están haciendo cada vez en más películas. De una u otra forma, para bien o para mal. Antes, una película tica era una novedad, entonces mucha gente la iba a ver. Cuando yo estudiaba había en total 10 películas ticas, ahora se estrenan 10 o 12 al año. Cuesta mucho darlas a conocer, porque ninguna de las películas tiene fondos de promoción.
En una película de Hollywood, por lo general, una tercera parte de su presupuesto (millones de dólares) está dedicada solo a promoción. Aquí apenas tenemos plata para hacerlas. Después, el salir y tratar de distribuirlas es muy rudo. Cuesta que la gente se entere.
Cuando ya estuvimos nominadas a los Goya, la gente preguntaba: «¿Dónde la puedo ver? Yo no sabía nada de esta película», y ya llevaba casi un año de estar dando vueltas. Y hemos salido en todo lado, hemos tenido una cobertura mediática muy fuerte, y aún así la gente no se entera.
En este momento se puede comprar un DVD, a través de la página de Betta Films (la productora), y estuvo disponible en Mubi (plataforma online tipo Netflix, con un catálogo muy selecto); en España está en Movistar+, y ahí va a seguir.
¿Cuáles fueron los principales apoyos?
La película la hicimos con el Fondo del Fauno (un fondo nacional), esa fue la razón por la que rodamos la película. Una vez que la película estaba filmada comenzó a recibir premios, a generar recorrido…
Creo que el proceso de creación de una película es muy largo, demasiado. La escribí cuando tenía 27 años, ahora tengo 33. Son muchos años. La escribí hace seis años, la grabé después de casi cuatro años. Te tienes que reencontrar con el proyecto constantemente.
En algún momento sí que lo iba a dejar tirado. En dos ocasiones: una, antes de filmar, y ahí fue cuando dijimos: «Filmemos ya», y lo hicimos; y luego cuando había terminado de editarla, el sonido fue una catástrofe y dije: «No quiero saber nada de la película». Después me encontré con otra colega, a la que le conté todo lo que había pasado, y me dijo: «Es tu película, defendela». Ahí otra vez la retomé con fuerza.
¿Qué momentos consideras clave para poder seguir adelante con el proyecto?
Hacer cine es una cuestión de testarudez de la buena, de seguir adelante a pesar de. De perseverancia, sobre todo.
Hay muchos de esos momentos, de los que en verdad dudás. Cada vez que recibís un no. Por tres años y medio lo único que recibimos fueron noes. Tenés que replantearte. Te cuestionás de si sos capaz de hacer el proyecto, si vale la pena hacerlo. Tenés que tener mucha fuerza de voluntad, y mucha confianza de que lo que estás haciendo es necesario, y querés hacerlo. Es un compromiso muy grande.
Por ahí lo que decíamos antes de por qué hay más mujeres haciendo cine. Porque es que requiere muchísimo esfuerzo emocional de seguir escribiendo, de seguir haciendo…
¿A lo largo de tu carrera profesional te has encontrado con obstáculos por el simple hecho de ser mujer?
Creo que estamos en una época que, no voy a decir que se nos abren puertas -porque es mentira-, pero yo nunca tuve ninguna dificultad directa porque nunca dejé que me pasara, nunca acepté un no por respuesta en esas condiciones.
Pero, obviamente, si estás aplicando a un fondo internacional, que seas una directora mujer de Costa Rica de una u otra forma también te favorece, respecto, por ejemplo, a la oportunidad que tendría un colega director de Costa Rica.
En este momento es más bien interesante, porque hay muchas oportunidades. No quiere decir que sea fácil.
Fuera de la industria del cine. ¿Qué crees que falta en Costa Rica, para poder decir que estamos ante un contexto de cierta igualdad?
Todavía hay muchas violencias que no hemos superado. Hay muchas inequidades que se dan por el simple hecho de ser mujer. Sigue muriendo gente, siguen muriendo mujeres por su simple condición de ser mujeres, que las matan sus parejas, las matan gente conocida… La violencia sigue existiendo.
Después, obviamente, todavía la equidad de salarios, a igual condiciones, igual salario, todavía acá no se cumple, falta mucho para eso yo creo; dependiendo de los campos. Y tiene que ver con un tema de acceso, creo que lo más importante es acceso.
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Así como las mujeres estamos accediendo a ser directoras, o productoras o guionistas en la industria del cine; todavía hay una brecha muy, muy grande en la cantidad de mujeres que accesan a carreras de informática, industriales, ingenierías… Y eso tiene que ver con cómo nos educan, todavía a jugar con muñecas, y a los niños a jugar con legos. Eso construye un mapa mental distinto, y una forma de pensamiento distinta. Tenemos que motivar en el sistema educativo el pensamiento crítico, analítico, tanto en hombres como en mujeres.