Kemly Camacho es la gerente general y fundadora de la Cooperativa Sulá Batsú y profesora de la Universidad Cenfotec. En 2020 se llevó el ‘Premio Mujer STEM’ a nivel latinoamericano, por su promoción de la educación en STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés).
Por: Daniel Zueras
Esta profesora universitaria impulsa el programa TIC-as desde 2013 -a través de Sulá Batsú, una cooperativa que combina las artes, la ciencia, la tecnología y las ciencias sociales para fortalecer el desarrollo local- “constituido por múltiples proyectos y que busca fortalecer un liderazgo femenino en las tecnologías digitales”, que ha ido consolidando una red de mujeres interesadas en incorporar las visiones de las mujeres en la industria digital, integrada ya por 600 mujeres de Centroamérica con diversos intereses, todos relacionados con tener un sector digital más inclusivo. “No nos interesa solamente que haya más mujeres en el sector digital. Sino que haya un sector digital inclusivo donde sea posible el liderazgo de las mujeres”.
Camacho considera que el del STEM “es un campo de exclusión y expulsión” para con las mujeres, ya que la cultura profesional es muy masculina “y eso se refleja desde los niveles escolares hasta los centros de investigación pasando por escuelas, colegios, universidades”.
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Kemly Camacho es una lideresa global en el campo de la tecnología. Desde muy niña apuntó hacia allí y desde hace años ayuda a niñas y jóvenes de Costa Rica y del mundo a desarrollarse por ese camino.
Su infancia fue feliz, en una casa que siempre estaba llena de intelectuales. Sus papás, profesores, debatían con sus amistades en torno a los procesos revolucionarios de Centroamérica que se estaban viviendo en esa época. La familia se fue a Francia por tres años, poco después de las famosas revueltas de Mayo del 68.
Volvieron a Costa Rica y terminó sus estudios en el Liceo Franco Costarricense. Un profe hizo que se enamorará de las matemáticas, lo que la animó a estudiar informática en la U (Ingeniería en Computación), en el Instituto Tecnológico (TEC), en Cartago. Además, a mitad de camino, inició (y terminó) Antropología, en la UCR. La suma de ambas carreras hacen que vea la tecnología de una forma muy humana.
Además es una fanática del voleibol. Lo practicó en la Universidad y fue entrenadora del equipo masculino de Cartago por ocho años, al que llevó hasta la Primera División.
Kemly es investigadora y docente universitaria. Desde 2013 impulsa el programa TIC-as desde la cooperativa Sulá Batsú, que busca promover las Tecnologías de la Información y Comunicación para chicas de toda América Central.
Su trabajo es reconocido a nivel mundial. En 2018, ONU Mujer y la Unión Internacional de Telecomunicaciones la premiaron por su liderazgo en los Equals Tech Awards; en 2019, la Unesco la galardonó a nivel global en ‘Educación de las Niñas y las Mujeres’, mientras que en 2020 fue reconocida el ‘Premio Mujer STEM’ a nivel latinoamericano, por su promoción de la educación en Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas.
¿Qué es TIC-as? ¿Cómo surgió y cómo ha avanzado?
TIC-as nace en el año 2013. Es un Programa que está constituido por múltiples proyectos y que busca fortalecer un liderazgo femenino en las tecnologías digitales.
A partir de sus acciones se ha ido consolidando una red de mujeres interesadas en incorporar las visiones de las mujeres en la industria digital. Esta red está integrada por 600 mujeres de Centroamérica que tienen diversos intereses, todos relacionados con tener un sector digital más inclusivo, que cree las condiciones necesarias para que todas las personas participen en condiciones de equidad en la construcción de las tecnologías digitales que mueven la sociedad en la que vivimos.
No nos interesa solamente que haya más mujeres en el sector digital. Sino que hay aun sector digital inclusivo donde sea posible el liderazgo de las mujeres.
¿Están las mujeres rurales en desventaja con respecto a las personas que viven en las ciudades?
Las mujeres rurales siempre tienen más y diferentes vulnerabilidades que las mujeres urbanas. Somos una sociedad vallecentralista que concentra las posibilidades de crecimiento en el área metropolitana.
Las mujeres siempre están en desventaja en nuestro país, son las personas más pobres de Costa Rica, tienen triples cargas de trabajo, sus labores de cuido sobre las que se sustenta la economía y la vida en general del país no es reconocida, viven violencias de diverso tipo, entre otras. En el caso de las mujeres rurales se amplía estas vulnerabilidades y se agregan contextos donde ellas tienen menos oportunidades de crear redes y relaciones para fortalecerse, menos posibilidades de estudio y trabajo.
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Las mujeres rurales en el sector digital tienen que trasladarse al Valle Central para encontrar las mejores oportunidades laborales. Esto ha cambiado un poco con la pandemia, pero a cambio requieren de excelente conectividad que también es menos posible en territorios rurales para mujeres que hombres, ya que está relacionada con la capacidad adquisitiva.
¿Cómo nació Sulá Batsú?
Sulá Batsú nace en 2004 como un espacio de experimentación para generar empresas asociativas y autogestionarias de profesionales de múltiples disciplinas cuyo objetivo no es el lucro sino la transformación social.
Sulá Batsú combina las artes, la ciencia, la tecnología y las ciencias sociales para fortalecer el desarrollo local.
Busca además experimentar sobre otras formas de gestión empresarial donde los afectos, las pasiones, la solidaridad, el cariño, sean parte de su modelo de gestión. Tenemos 17 años de experimentar en este sentido y nos definimos como una empresa de la economía social solidaria.
¿Se esperaba el premio latinoamericano ‘Mujer STEM 2020’ de la multinacional alemana SAP?
No me lo esperaba de ninguna manera. No apliqué a este premio, fui nominada por la Universidad Cenfotec, pero no conocía de la nominación.
Sulá Batsú ha tenido por su trabajo en el tema de mujeres en las tecnologías y por el Programa TIC-as varios premios mundiales muy importantes como el de Premio Mundial de la ONU Mujeres y la ITU que se llama Equals Tech Award en la categoría de liderazgo (2018) y el Premio Mundial de la Unesco de la Educación de las Niñas y las Mujeres (2019), entre otros.
Pero no me esperaba un premio mundial personal.
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¿Cuál es la importancia de la educación en STEM? ¿Cómo debe potenciarse en Costa Rica la educación STEM?
Creo que una ciencia, tecnología e ingeniería orientada a las necesidades del país y la región centroamericana. Creo que la educación en STEM es sumamente importante, pero si está situada en un contexto específico y sus necesidades (una comunidad, un grupo de personas, una problemática específica). Creo que es sumamente importante la educación en STEM, pero no en abstracto y no solo para responder a las necesidades de un sector u otro, sino para abordar los grandes problemas nacionales desde las visiones de toda la diversidad de poblaciones que tenemos en el país.
No podemos seguir pensando en un STEM que no esté en manos de toda la población costarricense, yo creo que la educación STEM como un derecho, sobre todo en el contexto de la sociedad digital. Y además creo en una educación STEM situada en los problemas que nos urge resolver. Me parece increíble que los grandes problemas nacionales como el transporte, la seguridad, la alimentación, la desigualdad, entre muchos otros no se atiendan con grandes soluciones STEM, teniendo el gran talento humano que tenemos en el país.
También me parece inaceptable que las oportunidades STEM estén centradas en un tipo de región y un tipo de población excluyendo a las mujeres, las personas rurales, las personas indígenas, las personas afrodescendientes, las personas migrantes, entre muchas otras que conforman nuestro país.
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Tenemos que trabajar en la educación STEM desde otras visiones de lo que queremos para nuestras poblaciones, nuestro país y también nuestras STEM.
¿Hay un sesgo con las niñas en la educación STEM, desde las familias y las escuelas? ¿Se está corrigiendo?
La exclusión de las niñas de los campos de oportunidad se debe al tipo de sociedad en el que vivimos. Las escuelas y las familias reflejan este sistema y repiten los patrones con los que se ha construido nuestra vida en común.
A las niñas les encanta la ciencia y la tecnología, de esto no tengo ninguna duda porque todos estos 9 años de trabajar con niñas y mujeres jóvenes nos lo han demostrado, nuestras iniciativas se llenan de jóvenes entusiastas, interesadas y con muchas ganas de construir.
Pero hay que generar un enfoque de género para STEM y en eso estamos muy lejos en nuestros países. Y esto implica desde las condiciones logísticas y de espacio que les generamos a las mujeres para hacer STEM hasta los temas que se trabajan, las metodologías de trabajo, los propósitos de STEM, el ambiente en que se desarrollan los procesos. Hay que trabajar STEM desde otros enfoques, hasta ahora estamos tratando de “meter” a las mujeres en un enfoque que nos las ha incluido nunca, y esto no va a funcionar bien.
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¿Es la tecnología un campo casi vedado a las mujeres? ¿Qué tipo de políticas se deben instrumentalizar desde el Gobierno para ‘nivelar’ un poco la cancha?
No es un campo vedado, es un campo de exclusión y expulsión. La cultura profesional de STEM es muy masculina y eso se refleja desde los niveles escolares hasta los centros de investigación pasando por escuelas, colegios, universidades.
Se ha puesto mucho esfuerzo bajo programas muy orientados al “TÚ PUEDES” que ponen todo el énfasis en que las mujeres (sobre todo jóvenes) se logren adaptar a un campo que las expulsa y las excluye y ellas deben hacer muchísimos más esfuerzos que sus compañeros para abrirse campo en las áreas STEM, desde los estudios hasta los espacios profesionales.
El enfoque para abrir estos espacios se ha dado desde lo individual y desde la incorporación de las poblaciones diversas en campos STEM que no quieren cambiar sus formas de hacer, sus costumbres y prácticas, sus propósitos.
Creo que esto se refleja muy bien en aspectos como las grandes dificultades que hay para atraer a carreras tecnológicas o a aumentar la cantidad de mujeres en la industria digital.
El esfuerzo debe estar en crear STEM con otros enfoque y visiones, donde las mujeres y otras diversidades tengan la posibilidad de reconstruirlas.
¿Qué momentos considera claves en la decisión de seguir la carrera que escogió? ¿Y para convertirse en lo que es?
Para mi fue muy importante darme cuenta que la informática era muy cercana a las ciencias sociales. Esto ahora es mucho más claro, pero cuando yo estudiaba se consideraban dos campos muy alejados. Yo proseguí mi carrera de computación combinándola con la antropología en los años 80 y estaba cada vez más convencida de que la informática tenía que nutrirse de las ciencias sociales para ser relevante a la sociedad.
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Eso fue para mí un gran motivante y creo que es un gran motivante para la inclusión de las mujeres en STEM. Cada vez que desarrollamos proyectos donde se relacionan las tecnologías digitales con problemas reales y concretos, sentidos por las mujeres, o en conjunto mujeres en tecnologías con organizaciones comunitarias se genera un gran entusiasmo y pasión por lo que se hace. Esto hace una diferencia, o sea que eso que yo descubrí en mi misma es el motor de muchas mujeres. Pero la educación en STEM y las STEM no lo priorizan en nuestros países.
¿Y los más difíciles?
Bueno, yo pasé por muchos momentos difíciles que pasan muchas de las mujeres en estas áreas. Fui tratada como persona con menores capacidades por algunos profesoras y profesores, tuve que demostrar con mucho mayor esfuerzo a compañeros que era igual de buena que ellos, me asignaron tareas “femeninas” como escribir documentación, tuve que interrumpir la carrera porque estaba embarazada y me era imposible pasar noches recto estudiando y en el laboratorio.
Estas y muchas historias que tenemos las mujeres en STEM pasé igual que muchas de mis compañeras. Yo era una excelente estudiante, estudiaba dos carreras (informática y antropología), dirigente estudiantil, entrenaba un equipo de voleyball masculino del TEC-Cartago de segunda y primera división. Como muchas otras de nosotras, tenía cualidades y capacidades que regularmente eran cuestionadas y había que demostrar.
¿Cuáles cree que han sido sus principales logros? ¿Qué obstáculos tuvo que superar en el camino para conseguirlos?
Ya he mencionado algunos, pero creo que mis principales logros en este campo han estado relacionados con cuestionar la tecnología siempre, las forma en que se produce, el impacto que tiene, las desigualdades que genera, la sociedad que construye, entre otros y a partir de ellos procurar incluir a otros y otras en estos cuestionamientos para construir otras formas de hacer las cosas.
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Yo creo que una tecnología en manos de las personas y creo que mi principal logro ha sido caminar en esta dirección.
¿Cuáles han sido los principales aprendizajes que ha sacado de su carrera? ¿Y de la vida?
En realidad, son muchos, pero si tuviera que escoger alguno diría que solo los colectivos pueden sacar adelante nuestros países y que hay que fortalecer la organización de los grupos de personas para crear soluciones propias a problemas propios.
He dedicado casi 20 años de mi vida a construir empresa autogestionaria y asociativa, con sus altos y bajos, como todas las empresas, pero sigo creyendo firmemente en que hay que desarrollar formas colectivas de abordar los retos que enfrentamos.
¿Alguna vez se sintió en desventaja por ser mujer?
Creo que nos demos o no cuenta todas las mujeres tenemos que navegar en un mundo que nos pone en desventaja. Yo tengo claro que he sido una persona privilegiada, porque soy de clase media, mi mamá y mi papá son académicos docentes universitarios, todo esto a mi me genera ventajas frente a otras mujeres y otras personas que me dieron herramientas para poder abrirme camino con mayor facilidad que otras mujeres. Pero definitivamente si he tenido situaciones de exclusión y expulsión por la sola condición de ser mujeres y he tenido que enfrentar cosas que no han enfrentado mis compañeros.
¿Qué considera que enseña su carrera a las niñas y a las mujeres costarricenses?
Si tuviera que destacar algo, sería que hay que romper los paradigmas en colectivo, en grupo, en redes de mujeres, que puede ser que surjas sola y te destaques, pero que cuando esto se hace en solitario se aporta mucho menos que cuando se hace en colectivo, aunque se vaya más lento y no se destaque una sola figura.
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¿En qué momento de la historia se encuentran las mujeres en Costa Rica?
Como en general en el mundo, en un momento de ruptura que está costando mucho, y que avanza y retrocede, pero as mujeres estamos abriendo espacios, las luchas por una vida posible en la tierra para la humanidad, las luchas por espacios de equidad, las luchas por evidenciar la discriminación, las están liderando las mujeres a pesar de las consecuencias personales y colectivas que ellas tienen.
Es difícil, y obviamente hay que hablar de las mujeres en plural, hay avances y retrocesos, pero si hay un movimiento que ha cambiado el mundo en el último siglo es el de las mujeres. Sin duda.
¿Qué falta en Costa Rica para poder decir que estamos ante un contexto de cierta igualdad?
Creo que no debemos hablar de cierta igualdad, sino de igualdad y equidad. Y hace falta mucho, trabajar con los muchachos es muy importante. Demostrar que hay otras formas de vivir más allá de la acumulación, el individualismo, la depredación, el consumo excesivo, la violencia, es fundamental. Y esto está muy determinado por la tecnología que se ha construido. Desde nuestro campo STEM tenemos que construir otra tecnología que no dañe el ambiente, que no genere interacciones ficticias entre las personas, que no se use para la acumulación como primer objetivo.
Lo que yo puedo hacer es tratar de que suceda esto con todas mis fuerzas y mi corazón.