Los medios de comunicación tienen la oportunidad (y la responsabilidad) de generar un impacto positivo en temas de género a través del lenguaje que utilizan, evitando la construcción de mensajes sexistas y trabajando el lenguaje inclusivo.
por Elena Galante Marcos*
Los Juegos Olímpicos de este año nos dejaron algunos titulares sobre reivindicaciones de derechos y trato igualitario por parte de las deportistas mujeres, tales como poder viajar con un hijo lactante o vestir shorts en lugar de bikini en un partido de balonmano. Dos buenos temas para otra columna. Sin embargo, en esta ocasión voy a hablar de dos titulares sobre el éxito deportivo de dos mujeres, que me parecen un gran ejemplo del sexismo en el lenguaje, y propician la reflexión sobre el papel que tienen los medios de comunicación para contribuir a la igualdad y, por lo tanto, sobre su responsabilidad implícita de hacerlo.
El uso del lenguaje es una herramienta muy poderosa. Prestar atención al significado real de las palabras, su uso y su contexto, revela información que muchas veces de otra forma no percibimos.
Las palabras reflejan realidades, pero también las crean.
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Los titulares que menciono se refieren a Paula Badosa, tenista española clasificada entre las ocho mejores del cuadro femenino en los Juegos Olímpicos de Tokio y a la deportista australiana Ariarne Titmus, medalla de oro en natación.
Ambos han sido publicados por un mismo medio de comunicación (al que le han llovido las críticas en redes sociales) y son los siguientes:
- «La tenista, ex de David Broncano, se clasificó este martes para los cuartos de final de los Juegos Olímpicos» (sobre Paula Badosa)
- «La admiradora de Nadal que ha destronado a Ledecky en los 400 libres», (sobre Ariarne Titmus)
Como referencia para aquellos que no los conozcan, David Broncano es un cómico español que se ha hecho famoso a raíz de un programa de televisión; y el segundo titular se refiere al tenista Rafael Nadal, a quien la nadadora australiana mencionó en una ocasión en el transcurso de una entrevista cuando se le pidió que mencionara el nombre de un deportista de referencia para ella.
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Ambas mujeres tendrán múltiples y diferentes roles en sus vidas. Seguramente serán ex novias de alguien, pero además amigas de alguien, hijas, quizá hermanas o primas, vecinas… Además tendrán muchas y variadas características: es posible que sean simpáticas, o que no lo sean…, que sean divertidas, o que no lo sean… No lo sabemos, pero tampoco es relevante. Lo verdaderamente relevante para esta noticia es que son personas que han quedado clasificadas entre las mejores deportistas del mundo durante los juegos olímpicos. Para complementar esta información podemos mencionar su nacionalidad y su género, dos características relevantes en el contexto de los Juegos Olímpicos. Hasta ahí es la información personal relevante que necesitamos para abordar esta noticia de forma objetiva.
Sin embargo, en ambos casos se recurre a la referencia de un hombre para darle identidad a una mujer, cuando es la mujer la verdadera protagonista de la noticia. Incluso, específicamente en el caso de la deportista medalla de oro en natación, ni si quiera se menciona su nombre en el titular, pero por el contrario si se menciona el nombre “de su deportista de referencia”.
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En muchas ocasiones no existe una intencionalidad de discriminar cuando nos expresamos, y utilizamos expresiones que consideramos normales o habituales, guiados por nuestro imaginario cultural. Por esa razón es importante tener conciencia al respecto.
Y esto es especialmente relevante cuando a un medio de comunicación se refiere, pues abrazar la diversidad y la igualdad desde el lenguaje de sus páginas o desde el contenido de sus programas de forma transversal, es parte de su responsabilidad con la sociedad.
Para integrar la igualdad en su forma de expresión, los medios de comunicación pueden aplicar cuatro principios básicos:
- No vincular las mujeres a los hombres para fortalecer su identidad, como en el caso de los titulares mencionados.
- No destacar cualidades de las personas que no sean pertinentes para el contexto de la noticia. Por ejemplo, no hacer referencia al físico o a la condición sentimental de una mujer, si no se hace igualmente con un hombre.
- Hacerse eco intencionadamente de grandes logros promovidos por mujeres y priorizar su visibilización.
- Utilizar sustantivos genéricos como personas, humanidad, deportistas, medallistas…
Y estos cuatro principios deben ser una filosofía o una política de empresa a la que se le dé seguimiento y la importancia que merece.
Los medios de comunicación tienen la oportunidad, y la responsabilidad, de generar un impacto positivo en temas de género a través del lenguaje que utilizan, evitando la construcción de mensajes sexistas y trabajando el lenguaje inclusivo.
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Si por el contrario no lo hacen, seguirán contribuyendo a mantener los estereotipos de género que nos impiden avanzar como sociedad, con el riesgo asociado de la pérdida de reputación y daños a nivel de imagen, pues los hechos nos demuestran que la sociedad no se calla y muchos colectivos están esperando que la igualdad de género, también se refleje en el lenguaje.
*Asesora en Sostenibilidad y gestión de la Responsabilidad Corporativa